Por: Enrique Ubieta Gómez
No es académico ni político. Gustavo Borges Revilla es un joven venezolano de 34 años que la Revolución despertó y radicalizó, y lo llevó a crear y dirigir MisionVerdad.com, un sitio independiente que identifica y cubre vacíos informativos y de análisis político sobre la Revolución bolivariana, hoy convertido en referente de los más diversos medios extranjeros y de su país. “Mi caso es un poco raro –dice–, yo estudié publicidad y estrategia de mercadeo, pero empecé a militar en movimientos populares de barrio y me fui involucrando en temas políticos. Tengo muchísima formación autodidacta en ese sentido. Abril de 2002 fue el inicio de mi vida política. En esa fecha ocurrió un cambio muy radical en cuanto al conocimiento de la realidad del país, de su historia, del proceso político venezolano y de la pelea en la calle, porque ese fue el mes donde se abrió totalmente en Venezuela la compuerta de la participación política. A partir de entonces, no solo yo, muchísimos amigos entraron en la lucha política, se involucraron en la vida política venezolana.” Aprovecho su presencia en Cuba, con motivo de celebración del Foro de San Paolo en julio de 2018, para escuchar en vivo sus valoraciones sobre la guerra del imperialismo contra el pueblo y el gobierno venezolanos.
¿Cómo describirías la situación actual de Venezuela?
Sin referirme a los antecedentes será más difícil, porque el proceso ha sido muy vertiginoso y hay muchos detalles que pueden quedar fuera. Pero si me preguntas cómo es la situación actual, lo que te puedo decir es que por primera vez desde la muerte del Comandante Chávez, la Revolución bolivariana ha recuperado la hegemonía política. Maduro ha tenido que pelear contra fuerzas internas que tienen mucho poder en Venezuela, que históricamente habían detentado el control del Estado en función de los intereses de los Estados Unidos. Son políticos que no representan a una burguesía nacional con la que tú puedas dialogar en función de intereses nacionales. Desde los años 50 hasta el presente su participación en la política nacional ha respondido a los intereses de los Estados Unidos, y el proceso político venezolano giró siempre alrededor de esos personajes.
Pero el presidente Maduro ha logrado imponerse políticamente, ordenar la pelea política con la oposición venezolana y además, saltar dos pasos delante en función de lo que será el futuro político, porque en Venezuela ahora mismo no es posible gobernar el país fuera del chavismo, no existe absolutamente ninguna posibilidad, a menos que se abran vías duras, complejas, militares. Te hablo de la opción militar, posibilidad que abrió Donald Trump pero que todavía se ve muy lejana si nos ponemos pragmáticos en el análisis.
Es contradictorio el proceso, porque Maduro ha logrado que el chavismo sea la única posibilidad política viable en Venezuela, pero el escenario económico, digamos el industrial, alimentario y financiero, todavía no está en manos del proceso chavista. Todavía somos dependientes, por ejemplo, en la distribución de todo lo que se importa. La manera en que se construyó el Estado venezolano no permitió que se hiciera un proceso quizás más arraigado en la soberanía, en la institucionalidad propia, en función de la producción de alimentos, y seguimos siendo un país importador y mono productor. Son contradicciones que están ahí, a las que nos vamos a tener que enfrentar ahora, porque llevamos cinco años de pelea contra un enemigo claro, visible, armado, entrenado, declarado.
Háblame un poco de la empresa Polar y de su papel en ese proceso. Sé que es un tema que has abordado en otras ocasiones.
Polar es la compañía que tiene el monopolio del procesamiento y la distribución de alimentos en Venezuela. Esta compañía se creó a partir de la asociación de una familia con los políticos de los que te hablaba, alineados a los Estados Unidos. Fueron creando un imperio, un monopolio, instalando el parque industrial, apoderándose de las rutas de distribución, quebrando la competencia e imponiendo un ritmo y un patrón de cómo entender la alimentación en Venezuela.
Con la instalación del Estado petrolero, Venezuela en un período de tiempo bastante corto dejó de ser un país rural, agroproductor, con raíces ancladas en un territorio en la que la pequeña producción generaba la cultura, la sensación de nacionalidad. Eso fue intencionalmente destruido, toda la población se fue arrimando a las ciudades donde la cultura del petróleo redistribuía el ingreso nacional, y fue creando vicios, patrones, conductas culturales que la Empresa Polar aprovechó para imponerse como única alternativa de consumo. Por ejemplo, hay dos o tres rubros que son esenciales para el venezolano –si lo analizas desde afuera, comprendes que es posible sobrevivir sin ellos–, es un asunto cultural que incide en el problema político venezolano. Por eso ha sido tan difícil, porque no se explica en función de la toma del poder o no, sino en función de si cambias la cultura o no.
Cuando hablo de cultura obviamente me refiero a la forma de entender la vida, no a las manifestaciones artísticas. Cómo te alimentas, con qué te alimentas, con quién te juntas, cuál es tu aspiración. En Venezuela ese horizonte cultural fue dramáticamente “urbanizado”, porque tampoco Venezuela es un país urbanizado, es un país desastroso desde la perspectiva de la construcción del imaginario capitalista, con ciudades desordenadas, procesos económicos inconexos que no tienen que ver uno con el otro, y bueno, eso explica más o menos la realidad, y por qué estamos nosotros acá, aun teniendo el poder político, por qué se nos dificulta tanto la estabilidad social.
¿Qué se espera de la Constituyente?
La Constituyente viene como una vía, como un método para detener y desarmar la guerra que viene en curso. Es una iniciativa política que reacomoda o limpia la mesa e impone nuevas reglas de juego, en un momento en el que el asedio nacional e internacional era total. Venezuela estuvo muy cerca, pero muy muy cerca de una confrontación civil en el periodo de abril – julio 2017. El presidente Maduro comprende que no tiene interlocutor político, que no tiene con quien establecer reglas de juego, con quien crear consenso aun cuando fuesen enemigos y le propone la Constituyente al sector opositor, con toda honestidad. Ellos no acepan, el chavismo va solo y además, lo hace con un número elevadísimo, inédito, de votantes; si hacemos los cálculos podemos inferir muy superficialmente que hubo un sector opositor que votó por la Constituyente. La Constituyente se promovió en función de la paz nacional, no para refundar la Constitución, o para imponer nuevas reglas en el país, no, se dijo con toda honestidad que era un mecanismo para establecer, para resetear, básicamente, si podemos utilizar el término, para resetear las relaciones políticas de todos los sectores del país y redactar nuevas reglas del juego político, manteniendo obviamente la mayoría de los artículos de la Constitución vigente que nos sirven para ordenar al país, pero sí era imprescindible un reseteo político, porque el no entendimiento era absoluto. Venezuela abre con ello un nuevo ciclo. A partir de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente el chavismo ya es mayoría absoluta ¿por qué? Porque la oposición quedó desarticulada, desprestigiada, sus bases quedaron desestructuradas. La clase media opositora fue la que cortó las vías de acceso de bienes primarios al país, acosó y asedió a los propios vecinos. La clase media venezolana empezó a experimentar con asesinatos selectivos de chavistas, con acciones contra grupos chavistas que vivían en sectores opositores, no los dejaban salir de sus casas, y bueno, lo más dramático que se produjo fue sin dudas la quema de gente en las calles, solo por tener un color de piel que supuestamente lo asociaba al chavismo, para que comprendas lo excesivo que fue y lo dramático que resultó ser este momento en Venezuela.
¿Hay conciencia en el pueblo de la necesidad de un cambio cultural?
En un sector de la población lo hay y eso es lo que mantiene vivo el proceso chavista. Maduro llega a las elecciones presidenciales desgastado, su figura y su discurso llegan desgastados. ¿Por qué? Por los avatares de la guerra, básicamente. Maduro tiene cinco años siendo quizás el único cerebro que dirige literalmente los asuntos, en medio de la guerra. Ha puesto en práctica toda la experiencia y todo el conocimiento político de su periodo como dirigente en el proceso político chavista, el haber sido uno de los más cercanos al Comandante Chávez. ¿Por qué digo que llega desgastado? Porque su imagen fue vilipendiada como nunca en la historia de Venezuela, llega con la carga de ser el político más acusado por toda la élite Occidental y por todos los medios de comunicación occidentales. Maduro llega con la carga de ser a quién se le endosó la responsabilidad de la economía venezolana, de la falta de alimentos. Es decir, la campaña mediática, la orquestación de la narrativa antivenezolana en el mundo contra Venezuela fue casi perfecta. Estamos hablando de los aparatos de propaganda más aceptados, más estructurados, con mayor capacidad de producción en el mundo, todos dirigidos contra Venezuela, te estoy hablando de artistas, cineastas, políticos, diplomáticos, deportistas. Fue una campaña total, no fue una campaña fragmentada, a la cual muchos sectores desorientados del chavismo se sumaron, era inédito para nosotros porque no había pasado nunca antes. Chávez hegemonizaba el discurso político en Venezuela y con Chávez tenías una claridad en cómo entender la política y una orientación que no daba espacios para dudas. Pero Maduro llega a la elección presidencial con toda esa carga en contra. Por lo menos a mí no fue la elección presidencial la que me sorprende en sus resultados, fueron las elecciones regionales. ¿Qué sucede en las elecciones regionales? La oposición venezolana decide ir, decide participar. Mueve toda su maquinaria electoral, intelectual, mediática, política, en función de crear un marco para participar y ganarle al chavismo, lo mueve, lo manifiesta, da declaraciones.
El día de la elección había mucho escepticismo, había poca información de lo que estaba sucediendo, en la noche se dan los resultados electorales y resulta que el chavismo se alzaba con 18 gobernaciones de 23. Para nosotros era sorprendente, porque veníamos de una campaña de desprestigio muy grande, de un desprestigio inducido, no en función de los errores, que son muchos. A partir de ahí, el marco de análisis en Venezuela se abre y hay un sujeto político no analizado que son esos seis millones de venezolanos que manifestaron una voluntad digamos que terca, obstinada, a favor de su propio proceso político. Entonces, los resultados en las alcaldías municipales, después de los presidenciales, fueron un reflejo más o menos de lo que fueron las elecciones en la Constituyente y en las Regionales. Esa gente, insisto, representa un sujeto político sobre el que no se ha teorizado en Venezuela. Esto es básicamente porque existe, se ha creado en ese sector, en el que estamos incluidos, una cultura política distinta, una cultura política de arraigo.
Los 30 millones de venezolanos, me atrevo a decirlo, hemos sido un país, una nación sin arraigo, porque la cultura petrolera nos impuso una identidad ajena a la del venezolano histórico. Venezuela vivió su proceso de independencia guerra tras guerra: guerra civil, guerra federal, guerra de independencia. Después vino la cultura del petróleo que impidió que en Venezuela se sentaran las bases de una identidad nacional, con un imaginario común propio, como puede tenerlo Cuba, o incluso Colombia, como puede tenerlo Argentina.
Entonces, con Chávez se afianza una identidad política que viene a manifestarse en este momento de la historia; con Chávez era muy fácil tener una identidad política y una conexión emocional, espiritual, política, histórica, por lo que representaba, por la fortaleza y por la fuerza de su discurso y de su pensamiento. Pero la realidad política venezolana, la identidad política, cultural, me atrevería a decir yo, del venezolano, se confirma y reconfirma en 2017 y 2018. Es un momento inédito, importante y trascendental en la historia política venezolana.
Las revoluciones funden los elementos más progresistas y relanzan el proyecto de nación en torno a un ideal emancipatorio y de justicia social…
Hay diferencias considerables con respecto a Venezuela. En Cuba sucedió en 1959. En 1959 no había un deterioro mundial, social, cultural, como el que existe ahora mismo, con la ultraindividualización de la vida humana, la existencia de un sujeto político absolutamente alienado, ignorante. La ventaja que tuvieron ustedes es que detuvieron el deterioro cultural impuesto por el Capitalismo. El Capitalismo te impone patrones a un nivel vertiginoso y muy complicado de procesar. En Venezuela no se detuvo, y se profundizó, insisto, con la cultura del petróleo. El patrón de consumo que te impone el petróleo es brutal, te destroza toda la composición de arraigo que puedas tener por tu país, por tu territorio, por tus costumbres; te las destroza, eso sucedió en Venezuela. Sobrevivieron algunas manifestaciones que se asentaban básicamente en sectores rurales, aislados, y fueron las únicas que pudieron sobrevivir a la imposición del consumo que generaba la cultura petrolera.
Venezuela no escapó de esa realidad ni escapa de esa realidad ahora mismo. Ese es quizás el reto más complejo que tiene la sociedad venezolana, pero podríamos extrapolarlo a la realidad mundial. En América Latina, no sé si lo recuerdas tú, no sé si lo sabes, en un momento de su historia entre los 80 y los 90 nos llamaban, despectivamente o no, la Venezuela Saudita, por la cantidad impresionante de recursos que entraban producto de la venta del petróleo. Fueron los años en los que el crecimiento de la pobreza fue mayor, lo que explica básicamente cómo se distribuyó y cómo fue administrado el poder. Venezuela es quizás el país donde se ensayó con mayor premura la disolución del Estado Nación a fines de los años 80 y ese plan, que se hizo desde la élite venezolana, pero la dirigía la élite estadounidense, se hizo imponiendo patrones culturales, patrones culturales consumistas sobre todo desde la televisión.
Venezuela pasó rápidamente de ser un país donde la televisión no era relevante, a ser un país donde todo el mundo veía televisión y donde su único sistema de entretenimiento era la televisión y las telenovelas, por ejemplo. Venezuela llegó a ser un país productor de telenovelas, quizás de los primeros países del mundo junto a México, las telenovelas venezolanas se consumían en el Medio Oriente, en Turquía había muchísima televisión venezolana, y las producciones eran muy buenas, de una calidad impresionante, estéticamente, narrativamente. Los actores venezolanos eran tratados en otros países como superestrellas. Eso creó en Venezuela un imaginario aspiracional impresionante del cual era imposible escapar. Mi mamá se crió viendo telenovelas, yo me crié viendo telenovelas que creaban un marco de conducta para las amas de casa y para los hombres trabajadores. La gente sentía que podía llegar a ser de clase media alta a partir de su propio trabajo, algo imposible en Venezuela.
Además de las telenovelas empezaron a surgir programas humorísticos. Programas, insisto, con un nivel técnico muy bueno, un nivel narrativo muy bueno, para los que el único culpable de la pobreza, de los altos índices de pobreza, era el Estado. Estos programas humorísticos y estas telenovelas, eran financiados por las familias que se habían impuesto como dueñas de Venezuela.
A finales de los años 80 este proceso se hizo mucho más intenso, los índices de pobreza crecieron a niveles inéditos y ahí es donde surge la explosión social, el Caracazo, en 1989. Un proceso que si nos proponemos ser honestos, insisto, si lo vemos en detalle, si lo vemos con una profundidad política responsable, podríamos inferir que fue un proceso dirigido y promovido por la élite. ¿Para qué? Para imponer un escenario –al menos en América Latina está sucediendo ahora mismo–: acabar con toda la cultura política, con toda la clase política dirigencial, con todos los que habían tenido el control de la narrativa política, de las decisiones políticas, imponer a los empresarios como únicos y absolutos salvadores de un país en ruinas.
Eso se ensayó en Venezuela en los años 80, lo que no estaba en la ecuación de la élite venezolana y de la élite mundial es que desde 1989, y ese año dentro del Sacudón, dentro de la explosión social del 89 iba a surgir un personaje como Hugo Chávez, que tres años después hace un intento de toma del poder político a través de la vía militar y con las armas. Chávez dijo muchísimas veces que 1989 fue el año donde nació como ser humano y como político.
Además, él era militar. Los militares habían tenido un papel preponderante en 1989 porque fueron los encargados de reprimir y de masacrar a la población. Se calcula en más de diez mil los muertos. Chávez en ese momento dirigía un batallón militar y por casualidades de la vida no participa en la represión, porque estaba enfermo, pero a uno de sus compañeros de Movimiento, ya en ese momento tenía un Movimiento político clandestino en el ejército, lo mataron por negarse a reprimir. Entonces eso, él lo dijo, lo marcó, marcó su vida y ahí es donde nace el Chávez político.
Entonces empiezas a ver cómo a través de un plan de reconstrucción de la cultura, de la realidad política venezolana y del estado venezolano, surge Hugo Chávez –un caso muy parecido al de Fidel Castro cuando Cuba estaba en un proceso de descomposición tremenda con la dictadura batistiana–, surge y cambia totalmente el panorama político venezolano. Entonces el cambio fue tan radical, Chávez lo entendió así, que empezaron a imponerse nuevas formas de participación que son fundamentalmente culturales. Cuando hoy vas a hablar con cualquier mujer líder de un barrio en Venezuela, te habla desde la ética, desde el referente y de la conducta política de Hugo Chávez como político venezolano.
Chávez refería como origen de su inclinación política a su abuela, que era una señora que tenía un conuco en el que sembraba, y allí sus nietos aprendían de la actividad rural, la veían cocinar con los productos típicos en su patio, y salía a venderlos y le preguntaba a los vecinos si les hacía falta algún tipo de alimento, cómo están, a pesar de que era una familia muy pobre. Chávez ejemplifica su conducta política a partir de sus raíces culturales. Y empieza a crear un marco narrativo diferente del ser venezolano, a promover la música tradicional venezolana que se había relegado. Canta temas casi olvidados, recupera a artistas que habían sido ignorados en Venezuela, es decir, recrea todo un imaginario cultural que explica el proceso político que entonces nacía. Decía: yo soy consecuencia de un deterioro, de una sociedad en crisis, pero conservo reservas culturales de las cuales me valgo para tener un proyecto político. Por eso el proceso político venezolano es tan contradictorio y está fundamentado muchísimo en lo cultural.
¿Qué es y qué se propuso Misión Verdad?
Vivimos un ritmo político avasallante desde el año 1998 hasta el 2012, era muy fácil entonces inmiscuirse en política, entender la política, había un momento de esplendor regional también, todo estaba a nuestro favor. Los ingresos, producto de la actividad petrolera venezolana, eran cuantiosos, la redistribución de la renta creó niveles de comodidad que nunca habíamos tenido, pero esto sufrió un cambio radical en el año 2013, cuando muere el Comandante Chávez. Además, fue muy súbita la enfermedad del Comandante Chávez, no duró ni siquiera dos años.
La desorientación entre los años 2012 y 2013 fue tremenda, y produjo un caos político; habíamos tenido un orientador permanente las 24 horas del día, para decirte qué hacer, dónde ir, qué pensar, y de repente, dejamos de tenerlo. Eso nos obligó a madurar en muy poco tiempo. Aquella frase de Lenin de que un revolucionario aprende en un día de revolución lo que no aprende en no sé cuántos años de vida normal, describe lo que sucedió en Venezuela. 2013 y 2014 fueron años dramáticos para la vida política y social venezolana. Misión Verdad nace en ese contexto. Yo trabajaba en un centro de estudios y me doy cuenta del vacío informativo que existía en la sociedad venezolana. Ya yo venía trabajando en Comunicación Política desde hacía muchos años. Entiendo el vacío que hay en ese momento y llamo a un amigo escritor, académico, intelectual, se llama Diego Sequera y le manifiesto mi preocupación. Yo decía, hay que hacer algo, hay que procesar todo lo que está pasando y escribir en función de eso porque no hay nadie escribiendo sobre eso. Bueno, Misión Verdad nace más o menos así.
Quizás su labor más importante ha sido la creación de una memoria nacional de los más duros años de conflicto de la realidad política venezolana. Si entras a Misión Verdad vas a encontrar en detalle todo lo que sucedió en el campo político, en el campo económico, en el campo militar, en el campo cultural de 2013 a 2018. Nos dedicamos al estudio, al análisis e interpretación de la realidad, para ordenar un poco lo que estaba pasando porque parecía muy caótico. Había un marco perfecto para la confusión creado por los enemigos del chavismo y bueno, los resultados están a la vista. Hubo mucha gente confundida, muchísimos dirigentes del chavismo terminaron alineados con la oposición, no sé si algunos por interés y otros por la poca capacidad que tuvieron de interpretar la realidad, adaptarse a ella y planificarse alrededor de Maduro.
Nosotros lo entendimos, somos radicales en ese sentido, y nos propusimos no solo analizar la realidad, sino darle sentido a lo que estaba pasando. Fuimos obviamente a los pilares básicos de la información: qué, cómo, cuándo, dónde, por qué. A partir de ese esquema intentamos explicar lo que sucedía y nos dimos cuenta de que no se trataba de un fenómeno local, que Venezuela era –con Chávez lo sabíamos, pero aquí lo vimos mucho más de frente, mucho más claro–, un territorio estratégico para los intereses de la élite occidental que viene perdiendo terreno en la geopolítica mundial. En el 2014 por ejemplo, se produce un proceso de intervención cultural, política y militar en Ucrania y en Venezuela. La llamada revolución de colores que Estados Unidos y Europa impusieron en Ucrania e intentaron imponer en Caracas, Venezuela, coincidieron en el tiempo. Los artistas que promovían la guerra civil en Ucrania, eran exactamente los mismos que proponían la guerra civil en Venezuela, arropados obviamente con toda la perorata de los Derechos Humanos, con todo este tema de la ciudadanía cultural, el cambio de la juventud, la lucha contra las tiranías, y todo ese cuento narrativo que se inventaron para intervenir en los países.
Fíjate la diferencia, Ucrania no logró salir. Los sectores nacionalistas ucranianos perdieron el poder en el 2014, y Ucrania está sumida en una guerra civil de la cual no ha podido escapar. Ucrania se ubica en un contexto geopolítico en el cual Rusia pasó a ser el demonio mundial, el enemigo necesario en ese momento. Pero Venezuela resistió, mantuvo el poder y se convirtió también en otro enemigo necesario, se convirtió también en el demonio público promovido por las élites occidentales en esta región, porque no entregó el poder y porque no lo va a entregar.
Misión Verdad analiza este esquema de intervención novedoso. Empezamos a estudiar las doctrinas militares de Estados Unidos, las nuevas que no son las mismas de los años 60 y 70, el pensamiento del Comandante Chávez, empezamos a estudiar el petróleo, la economía, la teoría jurídica y a partir de ahí fuimos creando un marco analítico que es lo que nos trae hasta acá ahora, es lo que nos hace quizás un proyecto sólido.
¿Cuántas visitas tienen cada mes?
Podemos alcanzar un millón de visitas mensuales, y de ellas el 60, el 65 % son de venezolanos y un 35 o 40 % provienen del resto del mundo, sobre todo de países de habla hispana. Todavía no somos un medio masivo, pero estamos entre los primeros medios de análisis de opinión de América Latina.
Medios tradicionales como El Nacional, han perdido mucho prestigio…
El Nacional es un caso especial, porque era un periódico súper prestigioso en Venezuela, en el que intelectuales de izquierda como Miguel Otero Silva tenían voz y decisión. De hecho, el dueño del El Nacional es su hijo, hay un venezolano que le dice “el presunto hijo”, porque es tan estúpido…, hay muchísima diferencia entre su papá y él. Pero muchos de los intelectuales venezolanos que ahora son chavistas, trabajaron y se formaron en El Nacional, muchísimos, casi todos diría yo. Sin embargo, hoy es un medio por el cual nadie pagaría nada, se ha desprestigiado absolutamente. Incluso, diría yo, hoy tienen una calidad por debajo de cualquier periódico regional.
¿Está vivo el proyecto de Chávez de los círculos bolivarianos?
Si acudimos al pensamiento político de Chávez podemos encontrar claves y fórmulas para entender el presente político y planificar el futuro en función de ese presente. Chávez entendió que no podría con la estructura del Estado, que la estructura del Estado iba a ser mucho más fuerte que sus intenciones de cambiarla y no la confrontó, no se propuso la acción heroica de refundar el Estado por dentro, de crear una ética dentro del Estado venezolano, no. La estrategia suya fue básicamente crear estructuras paralelas en las que la vanguardia política venezolana, expresada en el sujeto político de los barrios, asumiera un poder directo. Cuando hablo de directo, lo hago literalmente. Los círculos bolivarianos fueron en aquellos momentos las primeras estructuras organizativas, a través de las cuales los barrios tenían control de un territorio pequeño, no solo económico, sino político, social y cultural y donde esas estructuras eran las que iban decidiendo cuál era la necesidad política más urgente. Esto funcionó, de hecho, y el nivel de éxito de estas estructuras políticas fue tal, que el enemigo se dio cuenta instantáneamente y enfiló contra éstas todas las baterías comunicacionales. Ahí es cuando nace digamos la leyenda de que Chávez había creado círculos paramilitares armados para enfrentar a la población no chavista y atentar contra la clase media opositora. Además, todo fue muy rápido, Chávez asume en 1998, en el 2000 se dan los primeros pasos para conformar estas estructuras y ya se viene preparando un golpe de estado. Los círculos bolivarianos como manifestación simbólica del poder político de los pobres en Venezuela fue lo más atacado, la referencia más atacada por todos los medios de comunicación. Yo militaba en un círculo bolivariano cuando ocurre el intento de golpe de estado y lo viví en carne propia.
Entonces, las formas de organización política de los pobres en Venezuela va mutando según cambia la coyuntura política, algo que pareciera una desventaja pero que para la revolución venezolana ha sido una ventaja, porque se han hecho indescifrables para el enemigo, ya que son muy venezolanas. Estas estructuras político-organizativas son fundamentalmente conformadas por pobres, sobre todo por mujeres pobres venezolanas que han ido fundiéndose, transformándose y adaptándose a una coyuntura política en la que el contacto con el poder es directo.
El contacto del presidente Maduro, por ejemplo, con los comités locales de abastecimiento y producción es directo. Se salta toda la cultura burocrática, se salta todo el peso burocrático del partido. Ha sido muy audaz y eso es lo que le otorga capacidad de liderazgo. ¿De dónde Maduro sacó siete millones de votos?, esos votos fueron organizados, promovidos, estudiados, estructurados y concretados por estas organizaciones políticas no tradicionales que se crearon en paralelo a la cultura partidista y a la cultura de organización tradicional de las fuerzas de izquierda en Venezuela.
La contrarrevolución en términos organizativos no existe y está muerta por eso, porque no existen organizaciones reales, de carne, de cuerpo, de gente, de personas. Existen en lo mediático, en lo económico, en lo cultural de alguna manera sí, pero como militancia, como ser político, como ser de cambio, de participación, no existe. Es impresionante el nivel organizativo de las estructuras chavistas de barrio, es una historia que no está contada todavía. Nosotros hemos empezado a participar como oyentes y también como oponentes dentro de esas estructuras, y lo que encuentras allí es inédito. Te doy un ejemplo: fuimos a dar una conferencia con madres en un programa que se llamaba Madres del Barrio. Son madres solteras de más de 40 años, encargadas de organizar toda la arquitectura geográfica del barrio, hacer censos sociales para saber cuáles familias tienen una vulnerabilidad mayor, cómo se distribuye la comida ahí, cómo se distribuye la medicina, cuáles son las carencias más importantes, etc. Nos reunimos más o menos con 200 líderes de barrio. Nosotros dijimos, ‘vamos a decir algo incómodo, que probablemente no se entienda al principio, pero que va a ser parte de nuestra realidad’, y aquellas mujeres estaban a la expectativa, ¿qué irán a decir estos muchachos? Bueno, dijimos, el petróleo según lo que estamos analizando geopolíticamente no va a volver al precio que tenía, el barril de petróleo no va a volver al precio que tenía en el 2007, 2008, 2009 que era 100, 120 dólares. Eso nos creará condiciones desfavorables, porque no vamos a tener plata básicamente, no vamos a ver el dinero, no habrá tanta comida como antes y tendremos que sobrevivir con eso. Entonces una de las madres nos dice: ¿y eso es lo peligroso que ustedes nos iban a decir? Nosotros venimos analizando eso desde hace dos años y por eso nos hemos organizando en función de sembrar primero lo que consumimos para distribuirlo en los barrios donde estamos trabajando. Entonces ahí ves lo adelantada que está la discusión política en esos sectores, no vistos por los medios de comunicación, no vistos tampoco por la dirigencia, tanto opositora como chavista. Eso es lo que hace un poco indescifrable lo que hemos llamado la vanguardia política venezolana y ahí es donde estamos trabajando actualmente. Misión Verdad está trabajando ahí para intentar primero entender el fenómeno y después crear un marco analítico.
¿Cómo valoras el papel de los intelectuales en Venezuela?
Cuando se conformó la Asamblea Nacional Constituyente Maduro estaba un poco molesto, como estremecido porque veníamos de cuatro victorias inéditas y la intelectualidad venezolana estaba paralizada y no supo escribir, no produjo teoría, no produjo digamos comunicación a partir de las victorias. Incluso algunos de esos intelectuales se dedicaron a profundizar en las críticas que vienen expresándose en algunos sectores de la intelectualidad. Maduro al ver esto se molesta y pregunta: ¿dónde están los intelectuales venezolanos que no escriben sobre las victorias que hemos obtenido sobre el proceso inédito por el cual hemos sobrevivido? Venezuela es el único país que sobrevivió a una guerra de esta intensidad en toda la región. Muchos países han sido destrozados por guerras análogas. Nosotros no tenemos quién cuente esta historia, eso lo dice Maduro y llega un momento donde él dice: hay que decir que la intelectualidad venezolana está asentada en el pueblo, el intelectual venezolano es el pueblo, aquí no existe intelectualidad. Una aseveración radical pero que ejemplifica un poco el concepto que tiene Maduro de dónde está la vanguardia política en Venezuela. Nosotros lo escuchamos y decidimos, aquí hay que tomarle línea al presidente y trabajar donde él está indicando que hay que trabajar.
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