“La teoría de Marx nunca fue un esquema: fue una concepción, fue un método, fue una interpretación, fue una ciencia. Y la ciencia se aplica a cada caso concreto. Y no hay dos casos concretos exactamente iguales”
… “a Lenin le tocó la posibilidad no solo de desarrollar la teoría, sino encontró el campo de acción concreto y la oportunidad de llevarla a la práctica”… “Nadie como él, fue capaz de interpretar toda la profundidad y toda la esencia y todo el valor de la teoría marxista. Nadie como él, fue capaz de interpretar esa teoría y llevarla adelante hasta sus últimas consecuencias. Nadie como él, fue capaz de desarrollarla y de enriquecerla en la forma en que él lo hizo”
Fidel Castro Ruz[1]
Introducción
Uno de los temas más complejos de la teoría marxista y leninista de la revolución social es el relacionado con la transición socialista, categoría susceptible de sintetizar condicionantes y contenidos de la transformación revolucionaria hacia un modo de producción anticapitalista con una lógica económica y política que rompe con el largo imperio de la propiedad privada y sus secuelas de opresión y desigualdad social. También como proceso de transformación civilizatoria y cultural, mucho más profundo que los generados a lo largo de la historia de cambios de las formas de propiedad privada. [2]
Coincidimos con los autores que reivindican el concepto transición socialista o construcción del socialismo como noción que identifica cambios continuos orientados hacia una transformación radical de la sociedad en un sentido anticapitalista, generando avances y retrocesos.[3] De igual forma se considera que desmontar la sociedad capitalista es un proceso no exento de contradicciones; puede lograrse a través de rupturas sucesivas con sus bases de sustentación, lo que requiere de nuevos derroteros en cuatro ejes de la sociedad: poder político; propiedad y relaciones de producción; Estado; y Democracia.
Lo fundamental para nuestro análisis, con alcance metodológico y político, es el reconocimiento de un período intermedio entre capitalismo y socialismo que en países con insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas – como fue el caso de la Rusia de 1917, y como es el caso de Cuba -, identificamos con transición socialista o construcción del socialismo, proceso de marcado carácter sociopolítico que tiene como objetivo crear las condiciones para avanzar hacia una sociedad alternativa al capitalismo.
En esa dirección, siguiendo la interpretación de Che Guevara, nos apegamos al concepto con el que Vladimir Ilich Lenin identificó la primera fase de la sociedad comunista teniendo en cuenta lo planteado por Marx en Crítica del Programa de Gotha. Al respecto Che Guevara señaló que:
“Marx establecía dos períodos para llegar al comunismo, el período de transición, también llamado socialismo o primer período del comunismo plenamente desarrollado»… Después viene Lenin, su teoría del desarrollo desigual, su teoría del eslabón más débil… y con ello se implanta un nuevo período no previsto por Marx. Primer período de transición o período de la construcción de la sociedad socialista, que se transforma después en sociedad socialista para pasar a ser la sociedad comunista en definitiva”.[4]
El contenido principal de ese proceso es la creación de los fundamentos sociopolíticos, económicos, culturales e ideológicos, inherentes al socialismo, y para su realización plena debe estar precedido por la toma del poder político por sectores populares, y a favor de los trabajadores.
Se trata de un período con un complejo y contradictorio contenido que no debe ser reducido a metas para desarrollarlo como aparece en la pseudo teoría marxista pautada a través de esquemas planos que despojaron a ese importante período inter formacional resaltado por Lenin, de su contradictorio contenido.
En este trabajo no se pretende agotar el análisis de las concepciones marxista y leninista sobre transición socialista, sino resaltar algunas de sus facetas y destacar los aportes de Lenin teniendo en cuenta su mérito indiscutible: ser el líder del primer proceso revolucionario triunfante que inició un proceso de transición al socialismo.
Para Cuba el tema reviste especial significado por ser un país que a través de más de seis décadas desarrolla un complejo proceso de transición socialista o construcción del socialismo, en condiciones de subdesarrollo económico y de permanente injerencia de Estados Unidos. En ese contexto ha quedado muy claro que más que basarse en una teoría revolucionaria concibiéndola como esquema, molde o modelo a seguir, lo más importante es asimilar tendencias que esa teoría muestra, junto con experiencias y pautas de idealidad, conscientes de que no hay dos procesos transicionales idénticos. En Cuba se ha constatado que el carácter inédito de cada experiencia de transición socialista obliga a diseñar los caminos específicos para su despliegue teniendo en cuenta las tradiciones nacionales y sus vínculos con las concepciones culturales y éticas presentes en los marcos nacionales, que en gran medida condicionan las formas de realización de la transición socialista y muchos de sus contenidos.[5]
Sobre esas bases es que consideramos que en el marxismo fundacional y en la obra de Lenin hay herramientas teóricas y políticas para el análisis de la transición socialista en la actualidad cubana y latinoamericana, aunque no son las únicas herramientas, si se tiene en cuenta la tradición e ideario político nacional a favor del independentismo y la justicia social que ha influido sensiblemente en el pensamiento marxista. Es, por ejemplo, los casos de José Carlos Mariátegui, Fidel Castro y Ernesto Guevara, entre otros que superaron visiones estrechas y esquemas retrógrados sobre las señas de identidad de la sociedad socialista y del camino para alcanzarla, de ahí que también en sus obras hayan importantes referentes teóricos y políticos para el presente cubano y latinoamericano.
Transición socialista desde una perspectiva marxista y leninista
El concepto transición asociado a proceso hacia el socialismo de horizonte comunista, tiene una historia dentro del marxismo originario o fundacional, – la obra de Marx y Engels -, que aportó el cuerpo de resultados científicos conocido como teoría de la revolución social en la que encontramos una red de conceptos vinculados con los fundamentos socioeconómicos y políticos que pueden conducir a la negación de una larga época regida por el imperio de la propiedad privada.
La teoría marxista de la revolución social, potenciada por Lenin con su valiosa experiencia en la dirección de un proceso revolucionario concreto, desentraña las contradicciones del desarrollo socio histórico, las tendencias de su avance y traduce sus percepciones en categorías y conceptos; también en emociones y compromisos políticos. Se trata de una teoría que interactúa con el hacer práctico y que jerarquiza la actividad transformadora de la realidad y del ser humano, es decir, que transforma al unísono al objeto y al sujeto.[6] Es sin dudas una fuente teórica y política avalada por la profundidad e integralidad de sus tesis acerca de la transformación revolucionaria de la sociedad y por generar una tradición de pensamiento que ha desarrollado nuevas facetas teóricas sobre el tema, junto con compromisos políticos para convertir los ideales emancipatorios en realidad.
No es posible analizar las concepciones de Lenin sobre la transición socialista al margen de ese importante legado marxista que fue conformándose desde La Ideología Alemana, (1845) y el Manifiesto Comunista (1848). Pero la tesis primigenia sobre la transición para la instauración de la nueva sociedad, con más nitidez aparece en Las luchas de clases en Francia de 1848-1850 (1850) y más tarde la idea se concretó en el análisis de Marx sobre la Comuna de París cuando reconoció que conseguir la emancipación pasa… “por largas luchas, por toda una serie de procesos históricos, que transformarán completamente las circunstancias y los hombres”.[7]
Ahí están presente dos concepciones de valor metodológico que han marcado de una u otra forma la teoría de la revolución social hasta nuestros días: la creación de condiciones para el comunismo, y la necesaria dominación de clase por parte del sujeto social encargado de guiar la transformación de la sociedad. Además es interesante constatar que Marx se refiere a la transformación que se genera en los seres humanos, lo que hoy podemos enfocar como el cambio en las subjetividades.[8]
Lo cierto es que en las décadas de los años 60 y 70 del siglo XIX ya se había conformado la concepción marxista sobre la sociedad anticapitalista con identidad de comunista o comunismo. Simultáneamente se había perfilado el abanico de lo que hoy podemos llamar el conjunto de temas y tesis que conforman la concepción de la nueva sociedad, incluyendo el camino necesario para su alcance.
La integralidad de ese proceso se revela con fuerza en tres obras de largo alcance: El Capital, 1867[9]; La Guerra Civil en Francia, 1871 y Crítica del Programa de Gota, 1875. Es en esta última obra donde están las claves de la teoría marxista de las fases de desarrollo de la sociedad comunista: la primera, con un carácter transitorio, tiene como objetivo la liquidación de las estructuras económicas, sociopolíticas y culturales en que se asienta la sociedad capitalista, mientras que la fase superior o comunista ya tiene sus propias bases de reproducción. Es una concepción en la que cuatro esferas de la sociedad, vistas en interacción, marcan las pautas del avance revolucionario: Trabajo; Propiedad y Relaciones de producción; Derecho, y Poder político en manos de la mayoría.
Llama la atención que en Crítica del Programa de Gotha, Marx no le da un nombre a lo que considera primera fase, y que las siete veces que allí habla de socialismo lo hace como identificación de un movimiento o corriente sociopolítica, no como etapa. Pero debe tenerse en cuenta que en el mismo texto, utiliza el concepto transformación revolucionaria a través de la cual el capitalismo va degradándose y la sociedad comunista va conformándose. Esto explica que esa etapa transitoria se identifique con un período de carácter político, directamente vinculado al poder y al Estado. O sea, Marx no utiliza los conceptos período de tránsito, ni transición socialista, sino período político de transición vinculándolo al poder político del proletariado que para él define la naturaleza clasista de la nueva sociedad post capitalista.
Cuando Marx se refiere a la sociedad que acaba de salir del capitalismo da por sentado que presenta el sello de esa vieja sociedad, pero lo que subraya es el trabajo, que a pesar de los cambios en forma y contenido, sigue funcionando como intercambio mercantil de equivalentes.[10] Siguiendo esa línea de pensamiento se refiere al Derecho en esa naciente sociedad comunista y lo vincula con las naturales desigualdades de rendimiento en el trabajo, por lo que reconoce que aún el derecho sigue siendo “desigual para trabajo desigual”…“En el fondo es por tanto, como todo derecho, el derecho de la desigualdad”.[11]
En el contexto de resaltar la supervivencia de defectos heredados del capitalismo, es que se explica su concepción de las fases de desarrollo de la sociedad comunista al estar consciente de que dentro del capitalismo no es posible que crezcan y se multipliquen las células de la nueva sociedad, de ahí que en sus inicios mantendrá males heredados. Fue algo muy bien analizado por Che Guevara en su análisis crítico sobre el Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS.[12]
Con una metáfora muy gráfica expuesta en Crítica del Programa de Gotha, Marx se refirió a lo que hoy asumimos como transición socialista:
“Pero estos defectos son inevitables en la primera fase de la sociedad comunista, tal y como brota de la sociedad capitalista después de un largo y doloroso alumbramiento. El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella condicionado”.[13]
También es en ese texto en el que precisó su concepción de la fase superior de la sociedad comunista, permeada por transformaciones sustanciales en las relaciones de producción, el trabajo y el derecho y donde expresó un ideal de correlación entre capacidades y necesidades con un sentido de crecimiento ilimitado que hoy resulta muy contradictorio por el constante agotamiento de los recursos naturales y de la biosfera, lo que pone en peligro la existencia del ser humano en el planeta Tierra.[14]
Lenin sobre conceptos socialismo y comunismo
Un tema que requiere eludir lecturas mecánicas, es el de la denominación de la nueva sociedad como socialista o comunista. Queda claro que para Marx y Engels la denominación de identidad de la nueva sociedad es comunista o comunismo, aunque hay textos de corte más político en que usan los conceptos socialismo, socialismo revolucionario y comunismo, como sinónimos. Refiriéndose a la teoría, también usaron el concepto “socialismo científico”.[15]
Si bien asumieron la nueva sociedad como comunista, en lo que influyó la denominación de origen de la primera experiencia que representó en 1870 la Comuna de París, a pesar de su exigua existencia, en su lenguaje político también hay elementos tácticos para diferenciarse y distanciarse de las distorsiones del movimiento socialista europeo de la época y de posiciones sustentadas por la Segunda Internacional y el uso que en sus documentos se hacía de la palabra socialismo. En aquel contexto Marx y Engels marcaron distancia de las posiciones socialdemócratas apartadas de objetivos revolucionarios. No obstante, aquel primer intento de instaurar un Estado de la clase obrera ofrecía rasgos esenciales que Marx y Engels analizaron en toda su profundidad. Más tarde lo hizo Lenin en vísperas de la Revolución de Octubre de 1917, particularmente en esa joya del pensamiento que es El Estado y la Revolución.
En el caso de Lenin la situación era otra, al tener que enfrentar un proceso revolucionario concreto, cuyo horizonte de sentido debía ser racional al contexto de insuficiente desarrollo económico en que se producía. Y porque también tenía que desmarcarse de la traición de la II Internacional socialdemócrata, no sólo por su participación social chovinista en la Primera Guerra Mundial, sino por el revisionismo de alto aliento dentro de sus principales pensadores y activistas prácticos, por ejemplo, Eduard Bernstein. Entonces el objetivo se expresó fundamentalmente como sociedad socialista, y el camino previo para alcanzarla como período de transición al socialismo.
O sea, Lenin no desestima el socialismo como primera fase del comunismo o fase inferior pero, teniendo en cuenta el caso de Rusia sin un adecuado desarrollo de las fuerzas productivas, la etapa de transición desde su perspectiva se expresa como creación de condiciones para alcanzar el socialismo, construcción del socialismo o como transición socialista. Lo cierto es que la concepción de Lenin sobre la transición a una sociedad anticapitalista aporta nuevos matices con relación a las etapas planteadas por Marx y Engels. Es una concepción condicionada por la situación de Rusia, que en los inicios del siglo XX aún no contaba con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas equiparable al que existía en Francia, Inglaterra o Alemania, sociedades que influenciaron decisivamente en las concepciones de Marx y Engels sobre el marco socioeconómico y geográfico favorable a un estallido de la revolución social anticapitalista.
En sus búsquedas revolucionarias en condiciones diferentes a las planteadas por Marx y Engels, Lenin se acerca a lo que puede entenderse como una concepción de transición extraordinaria al socialismo, teniendo en cuenta las limitaciones económicas en Rusia. En su concepción se resalta la importancia de la política para enfrentar y decidir sobre las continuidades y rupturas y lo que llamó la necesidad de contemplar los cometidos peculiares de cada uno de los tránsitos de «menor monta» y combinarlos en un solo movimiento transicional entrelazado.[16]
Fue una interpretación acertada cuando en aquellas condiciones se requería avanzar en el desarrollo de las fuerzas productivas como paso necesario para avanzar hacia el socialismo reconocido en Crítica del Programa de Gotha como la sociedad de transición o primer escalón de la sociedad comunista, que aún no descansa sobre sus propias bases. En su análisis Lenin siguió reconociendo la necesidad de un proceso transicional y contradictorio, pero en este caso para arribar al socialismo, lo que no ignoraba los rasgos esenciales, señalados por Marx en relación a la Comuna de París.[17] Tampoco renunció a la estrategia comunista como se evidencia en este texto de 1919:
“Si nos preguntamos en qué se diferencia el comunismo del socialismo, debemos decir que el socialismo es la sociedad que surge directamente del capitalismo, es la primera forma de la nueva sociedad. El comunismo es una forma superior de la sociedad, y sólo puede desarrollarse cuando el socialismo se ha consolidado por completo. El socialismo presupone el trabajo sin el concurso de los capitalistas, el trabajo social con el más riguroso registro, control y vigilancia por parte de la vanguardia organizada, el sector avanzado de los trabajadores; debe determinarse la medida del trabajo y su remuneración. Es necesario determinar esto porque la sociedad capitalista nos ha dejado supervivencias y hábitos tales como la fragmentación del trabajo, la falta de confianza en la economía social y los viejos hábitos del pequeño propietario que predominan en todos los países agrícolas. Todo esto se opone a una economía verdaderamente comunista. Damos el nombre de comunismo a un régimen bajo el cual se crea entre los hombres el hábito de cumplir con sus obligaciones sociales sin necesidad de ningún aparato especial de coerción, y en el cual se convierte en fenómeno general el trabajo gratuito en bien de la comunidad.”[18]
Si bien Lenin vio la transición al socialismo como objetivo primero, en contextos políticos importantes utilizó comunismo, por ejemplo con relación al Partido, o cuando se refiere a relaciones de producción comunistas. En febrero de 1919, en el Proyecto de Programa del Partido Comunista Bolchevique, planteó que se “comenzó a construir la sociedad comunista”, y con ello ha comenzado la era de la “revolución proletaria comunista mundial”. Sin embargo, en ese mismo programa también utilizó los conceptos socialismo, revolución proletaria socialista y transición del capitalismo al socialismo.[19]
Según Martha Harnecker, ese proyecto de programa sería el primer texto en que Lenin usa el término revolución proletaria comunista, considerando que el cambio de terminología tiene lógica ya que en un programa partidario los términos deben usarse con el máximo rigor, a la vez que deben permitir realizar la mejor propaganda interna e internacional acerca de los objetivos que se propone alcanzar el proletariado con su revolución.[20]
Siguiendo la misma línea de Marx y Engels, para Lenin la sociedad socialista previa al comunismo, es un ideal, y en varias ocasiones lo reconoció como tal constatando en la práctica social la dialéctica entre ideal y realidad cuando aquel debe confrontar la obstinada realidad con todas sus contradicciones y posibles variantes de solución.
En esa dirección, Lenin no perdió de vista la terrenalidad que debía asumirse en pos del ideal de sociedad socialista hacia la que había que transitar a pesar de adversas condiciones económicas, contradicciones e intereses que marcan un contexto social determinado, en aquel caso referido a la Rusia de la época. En aquel contexto Lenin, también enfrentó las variantes de idealismo filosófico devenido en político, y criticó a quienes desvinculaban el ideal comunista de la vida concreta de la sociedad siguiendo una idea clara que atraviesa la concepción marxista de la nueva sociedad cuando se señala que el comunismo:
…“no es un estado que debe implantarse, un ideal al que ha de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente”.[21]
La correlación entre ideal y realidad fue uno de los grandes retos que Lenin tuvo que enfrentar en su práctica revolucionaria. Se vincula con el trazado de programas acorde con las etapas de desarrollo de la nueva sociedad cuando tuvo que enfrentar la elaboración de programas concretos en una dinámica social compleja y cambiante en la que reconoció la necesidad de definir lo que se comenzaba a hacer y los pasos subsiguientes.
Sobre problemáticas inherentes a la transición al socialismo
Entre los méritos de la concepción marxista y leninista sobre la transición hacia el socialismo se destaca reconocer la historicidad y evolución conceptual de lo que podemos llamar el conjunto de problemáticas en torno al socialismo que, como sistema o red está presente en la praxis revolucionaria.[22] Ejemplos de estas problemáticas son las vías para la lucha revolucionaria, las clases sociales y las alianzas de clase, el lugar y papel de la clase obrera y los trabajadores, la correlación entre economía y política, el poder político, el papel del Estado, la democracia, las subjetividades, entre otros temas que forman parte de la teoría de la revolución social, con especial interés para la transición socialista en el presente. Pero lo más importante es tener en cuenta la movilidad e historicidad de esas concepciones y tesis, unido a correlaciones y entrecruzamientos conceptuales, lo que también está presente en Lenin y en pensadores revolucionarios a lo largo del siglo XX.
No menos importante es constatar que no especularon sobre formas específicas en que se desenvolvería el socialismo, ni anticiparon recetas para desarrollarlo. Ni siquiera Lenin lo hizo a pesar de sus experiencias al frente de la gran revolución socialista de octubre y los inicios de la transición socialista.
Al respecto vale recordar que en 1918 precisó que aunque no estaba en condiciones de exponer una caracterización del socialismo, eso no entraba en contradicción con la aprobación de un programa.[23] En ese marco planteó que no se podía dar una definición del socialismo, ni cómo sería este cuando alcance sus formas definitivas, resaltando que lo importante era que la época de revolución social había comenzado y sobre la posibilidad real de programar los objetivos que se proponían.
A la vez señaló que:
“…en cuanto a cómo será el socialismo en su forma definitiva, eso ahora no lo sabemos… no tenemos todavía documentos que nos permitan definir el socialismo. Aún no se han hecho los ladrillos con los cuales se construirá el socialismo»… “debemos ser lo más exactos y circunspectos posible. En ello, y sólo en ello, residirá la fuerza seductora de nuestro programa”.
A renglón seguido expresó una convicción: “… si manifestamos la menor pretensión de dar lo que no podemos, se debilitará esa fuerza. Sospecharán que nuestro programa es pura fantasía”.[24]
Correlación entre sujeto revolucionario, poder político y verdadera democracia
Hitos decisorios en la formulación de la teoría sobre la nueva sociedad y sobre el impulso revolucionario que ella requiere, son las tesis que aparecen en el Manifiesto del Partido Comunista (1848). Allí se perfila el tema del poder político en el contexto de la revolución social, asociado con la emancipación de los trabajadores para la construcción de un proyecto revolucionario de nuevo corte, no desde la utopía, sino a partir del análisis de la realidad y los factores para su realización como son, entre otros, la lucha de clases, el conocimiento de las contradicciones del capitalismo y lo relacionado con el sujeto de la revolución, identificado entonces con el proletariado, a partir de las condiciones de mediados del siglo XIX.
El Manifiesto Comunista aporta un análisis de variantes sobre el socialismo y la ruptura con ideas tradicionales sobre la nueva sociedad entrampadas en limitaciones, no solo conceptuales, sino también con relación a los métodos para materializarlas. A ello se unen el reconocimiento del marco nacional de la lucha de los trabajadores; la profundización sobre la abolición de la propiedad privada burguesa como rasgo distintivo del comunismo, y se reflexiona sobre problemas de género, de familia y sobre la explotación de una nación por otra. Especial atención debe prestarse a lo que es columna vertebral de ese texto: la toma del poder político por la clase obrera y su dominio sobre el Estado.
En el Manifiesto aparece con toda nitidez el concepto proletariado organizado como clase dominante, lo que se asocia con el problema del poder político, de la dominación y hegemonía de una clase mayoritaria, capaz de arrastrar a otras clases y capas sociales que pueden englobarse en el concepto de sectores populares. Si bien expresa la esencia de lo que más tarde se definió como dictadura del proletariado, es un concepto que se refiere a lo que hoy llamamos sujeto histórico-político de la revoluciónsocial, que en las condiciones de mediados del siglo XIX se identificó con la clase obrera o proletariado[25] por las condicionantes del desarrollo de las fuerzas productivas en correspondencia, mediada o no, con las relaciones de producción de la época y con las fases de la revolución industrial a lo largo del siglo XIX. La Revolución Científico Técnica desde los años 50 del siglo XX favoreció una composición plural del sujeto revolucionario como consecuencia de la profundización de las contradicciones del capitalismo que ha traído consigo una multiplicación de los afectados por ese sistema y de los interesados en eliminarlo.[26]
Visto desde una perspectiva histórica, hacemos dos comentarios sobre el concepto proletariado organizado como clase dominante: a) es un concepto que da pistas fundamentales para el análisis del sujeto del cambio en las condiciones contemporáneas, y b) desde un punto de vista político para muchos hoy puede resultar una concepción más acertada que dictadura del proletariado, aun teniendo en cuenta la certera interpretación de Carlos Rafael Rodríguez cuando plantea que esa dictadura hay que entenderla no como hecho físico, sino como concepto político.[27]
Volviendo a la transición, debe subrayarse que en la concepción de Marx se asocia a proceso político marcado por la instauración de un nuevo tipo de poder hegemónico, y por tanto de Estado, en este caso bajo las riendas de la clase obrera. La idea está muy clara en Crítica del Programa de Gotha donde se plantea que en la fase transicional se debe producir una transformación de carácter político: “…A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”.[28]
Un análisis mecanicista de esa tesis llevaría a subestimarla, si se tiene en cuenta la contradicción que puede generar el concepto dictadura en las condiciones contemporáneas. Sin embargo, es una tesis que tiene vigencia si se interpreta desde el ángulo de correlación entre el sujeto revolucionario y el poder político, visto a partir de la esencia clasista que le da identidad.[29]Es por ello que, más que circunscribirnos a la anatomía del concepto, de lo que se trata es de resaltar el valor metodológico que tiene para el presente, cuando cada vez más se corrobora la necesidad de la toma del poder político por las clases y sectores populares. Esto incluye el tema del empoderamiento del sujeto popular para garantizar el desarrollo de transformaciones socioeconómicas anticapitalistas a favor de la sociedad en su conjunto.
Dictadura del proletariado también se vincula al concepto verdadera democracia formulado por Marx como correlación entre Estado y sociedad civil. Aquí de nuevo el tema del Estado es sobresaliente para el proceso de conformación de la nueva sociedad en la que, desde la transición el nuevo tipo de Estado que se instaura, es nuevo (valga la redundancia) porque puede iniciar su propio desmantelamiento al asegurar una novedosa vinculación entre representantes y representados para dar paso a la supresión de la burocracia que históricamente ha tratado de convertir los cargos públicos en su propiedad. Es un concepto que reconoce la supervivencia del Estado en el proceso de transición, incluso su fortalecimiento ante la aguda lucha de clases interna y externa que se despliega por las clases dominantes derrocadas. Pero a la vez sienta las bases para que el nuevo tipo Estado genere las condiciones que conduzcan a su propia extinción.
Llamo la atención en el peso que se concede en La Guerra Civil en Francia a dos temas de carácter político: la ampliación de la democracia, asociada a una transformación del principio de la representatividad, y la autogestión social cuando las funciones que usurpaba el Estado se devuelven a la sociedad. Son rasgos esenciales que desde entonces forman parte de las señas de identidad de una sociedad en transición socialista, particularmente de su superestructura política: toma del poder político por los trabajadores, destrucción del Estado burgués y la formación de uno nuevo que debe ser portador de democracia verdadera y de condiciones para la asociación de los trabajadores y autogestión social. Autodestrucción del Estado, democracia real y autogestión social son rasgos dialécticamente imbricados que Marx analiza a partir de la experiencia de la Comuna de París con sus limitaciones y particularidades en el breve tiempo de 72 días. Por supuesto que experiencias posteriores han demostrado la complejidad de esos procesos.
Esos rasgos giran alrededor del poder político, de un nuevo tipo de poder político, como rasgo distintivo de la nueva sociedad, capaz de sostener lo que Marx denominó democracia verdadera y Lenin conceptualizó como democracia plena al permear todos los terrenos y esferas de la sociedad. Democracia plena significa el involucramiento popular activo en todos los terrenos, económico, político y social, como garantía de la continuidad de las transformaciones pro socialistas a tal punto que la ausencia de democracia plena puede tener para él un alto costo, incluyendo el retroceso al capitalismo.
Lenin y las complejidades de las coyunturas históricas
El análisis de los aportes de Lenin sobre la transición socialista debe tener en cuenta los diferentes contextos en que desarrolló sus concepciones. No es lo mismo antes de la Revolución de 1905 en Rusia, que lo que enfrentó con posterioridad hasta 1917, y lo que corresponde al complejo proceso de los primeros años que siguieron a la toma del poder político cuando tuvo que asumir medidas excepcionales o de emergencia. Sin una adecuada contextualización no es posible poner en claro los aportes importantísimos de Lenin a la teoría de la transición socialista, producción teórica que se inserta en la política concreta.
Lenin fue un antidogmático que en el decursar de la revolución, va enfrentando y dando respuesta a problemas diversos, algunos impensados por Marx y Engels. Las modificaciones de sus concepciones a partir de factores coyunturales y tácticos, en sí mismos también son aportes que calzan su convicción de que lo importante es asegurar los pasos que conduzcan al socialismo. En especial sobresalen sus análisis previos a 1917 y en los dos primeros años después del triunfo revolucionario en el contexto de la Primera Guerra Mundial, extraordinaria situación que puso sobre el tapete diversos temas, en primer lugar, cómo operar en tan adverso contexto para convertir la guerra imperialista en “guerra civil”, cómo aprovechar las difíciles condiciones económicas y políticas agravadas por la guerra y tornarlas en factores propicios al cambio revolucionario.
Llama la atención que en un período tan complejo Lenin profundiza sobre sus concepciones filosóficas, en la dialéctica materialista en particular. Escribe Sobre la dialéctica y estudia temas vinculados con la revolución proletaria y con la cuestión nacional, todo ello en medio de la guerra imperialista, profundizando en sus concepciones sintetizadas en El Imperialismo, fase superior del capitalismo, donde esboza las condicionantes que el nuevo contexto abría para el socialismo y desarrolla importantes premisas sobre la revolución en condiciones de coincidencia de guerra imperialista y revolución, no previstas por Marx y Engels.[30]Son análisis que de una u otra forma han mantenido una impronta en los procesos revolucionarios contemporáneos, y de manera muy especial en lo relacionado con la formación de la sociedad socialista en condiciones del desarrollo imperialista.
A las cualidades de la sociedad socialista previstas por Marx y Engels, Lenin incorpora un concepto antibélico, válido en nuestros días en la búsqueda de una sociedad que privilegia la paz y que se opone a la gama de violencias que el imperialismo significa o trae consigo.[31]
Otra tesis que suma a la teoría de la revolución social y que se deriva de su concepción sobre el desarrollo desigual del capitalismo, es la posibilidad del triunfo del socialismo en un solo país y las difíciles condiciones para que se realizara la previsión de Marx del triunfo simultáneo en varios países, aunque no dejó de reconocer la posibilidad del triunfo del socialismo en países de la Europa más desarrollada en la que accionaban fuertes partidos socialdemócratas. A ello se une su previsión sobre las tendencias imperialistas con vistas a derrocar las nacientes revoluciones de carácter socialista. Las tempranas intervenciones imperialistas en la Rusia soviética y en la Cuba revolucionaria, dieron fe de los análisis realizados por Lenin en este terreno.
Otros temas levantados por Lenin en el nuevo contexto histórico e internacional en que se produce la revolución socialista, son los vinculados con lo nacional y lo colonial en ese proceso. El concepto derecho de las naciones a la autodeterminación, a pesar del específico contexto que le dio vida, se suma a la teoría de la revolución social, no como un elemento más, sino como condicionante de la construcción del socialismo. Hoy sabemos muy bien que no puede haber socialismo sin independencia nacional.
Lenin: Estado y la capacidad de gobernar
Entre febrero y octubre de 1917 Lenin escribe varios trabajos entre los que sobresalen Tesis de Abril,Todo el poder a los soviets, Materiales para la revisión del programa del Partido, La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla, y Cartas desde Lejos, entre muchos otros que de una u otra forma se refieren al nuevo tipo de Estado a desarrollar, tema en el que profundiza sustancialmente en El Estado y la Revolución. En esa Obra se expresa la síntesis más acaba de la concepción de Marx y Engels sobre la sociedad comunista en dos direcciones que se interrelacionan: el análisis de la nueva sociedad como proceso político y el papel del Estado en dicho proceso.
En un contexto muy polémico de tergiversaciones de las ideas de Marx y Engels acerca del Estado por parte de la socialdemocracia europea, Lenin retomó las concepciones de ambos pensadores, y en medio de un proceso revolucionario concreto que entonces se iniciaba, re analizó temas teóricos de gran impacto práctico. En El Estado y la Revolución se abordan problemáticas como la dictadura del proletariado y la teoría de las dos fases de la sociedad comunista con una doble intención, resumir y puntualizar las concepciones sobre el Estado, a la vez que expresó su posición con relación a la nueva sociedad a partir del nuevo contexto histórico en que se desenvolvía.
Lenin incursiona en el método de Marx y de él se apropia; razona las importantes conclusiones de Marx en su análisis de la Comuna de París con relación al nuevo Estado que debía nacer: la supresión del ejército permanente y de la policía por el pueblo armado, elegibilidad y revocabilidad de todos los funcionarios; supresión de los privilegios de quienes ocuparan cargos públicos, comenzando por recibir salarios modestos como los obreros a los que representaban y abolición del parlamentarismo a favor de una unidad ejecutiva y legislativa.
El tema de la extinción del Estado como finalidad estratégica, es analizado por Lenin, sin conjeturas sobre ese controvertido tema, al que solo se puede responder a partir del propio desarrollo de la sociedad socialista. En su obra se evidencia el peso de la práctica y las coyunturas en la construcción del socialismo y en la elaboración de la teoría política revolucionaria. Dos ejemplos interesantes los aporta en “¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder?” y “Las tareas inmediatas del poder soviético”. En el primero modifica su tesis sobre el pago del mismo salario de los obreros a los empleados públicos, reconociendo que para ello hay que crear condiciones en la preparación cultural y técnica. Eso tiene que ver directamente con el negativo papel de la burocracia y su comprensión del complejo trecho a recorrer para barrer con esa lacra aferrada al poder y sus prebendas y que se niegan a abandonarlo. Una de las enseñanzas más importante que se deriva del trabajo ¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder?, es que las tesis formuladas desde la teoría no deben significar concreción de plazos para su realización práctica, ni deben suscitar medidas mecánicas para hacerlas realidad.[32]
En Las tareas inmediatas del poder soviético, de abril de 1918, Lenin aporta aristas no previstas por Marx y Engels en sus concepciones sobre la toma del poder político. A la vez que reconoce la necesidad de ese objetivo como punto de partida ineludible, reconoce que es incompleto si no se asocia con las capacidades que deben desarrollarse para gobernar. Al respecto plantea que:
“…toda la dificultad consiste en saber comprender las particularidades de la transición de una tarea principal como la de convencer al pueblo y aplastar la fuerza militar de la resistencia de los explotadores, a otra tarea principal, la de gobernar”.[33]
Saber gobernar es a nuestro criterio uno de los temas centrales que abre la transición socialista que implica, saber convencer y saber organizar la vida de la sociedad. A ello se suma otro elemento también de cierta manera inédito: la organización de la contabilidad y el control de la producción y la distribución.
En 1918 el centro de gravedad de la lucha contra la burguesía y los grandes terratenientes, en una buena parte, se desplaza hacia la búsqueda de métodos de gobierno y de control que en ambos casos descansan sobre un común denominador: el empoderamiento popular. Son elocuentes sus consideraciones en Las tareas inmediatas del poder soviético cuando plantea que:
“…para poder gobernar con acierto hace falta, además de saber convencer, de saber triunfar en la guerra civil, saber organizar de un modo práctico”; “…sabremos vencer gobernando”; “contabilidad y control son problemas cardinales…con que la revolución socialista se enfrenta ya al otro día de haber derrocado a la burguesía” ; “el no llevar la contabilidad, ni ejercer el control sobre la producción y la distribución de los productos es la muerte de los gérmenes de socialismo, es malversar los fondos públicos…”.[34]
Son temas que se incorporan a la concepción marxista del Estado en la transición al socialismo y que derivan hacia un problema también enfrentado por Lenin y tan extendido en las prácticas del socialismo existente hasta la actualidad: el burocratismo
En el caldo de cultivo que propició el burocratismo en la Rusia de Lenin sobresalía el bajísimo nivel cultural de las masas que frenaba las posibilidades de involucrarlas en funciones en el nuevo Estado. Pero a la vez, a pesar de las convicciones de Lenin sobre la necesidad de un empoderamiento popular creciente, la centralización derivada de la guerra civil y de medidas como el Comunismo de Guerra primero, y la Nueva Política Económica después, trajeron consigo un recrudecimiento del burocratismo. En ello también influyeron las tradiciones burocráticas existentes en el país que en algunos sectores generaron ambiciones de poder que permearon a soviets y organismos del partido, e incluso provocaron algunas desmovilizaciones en cuadros obreros. También se sumaron las consecuencias de la guerra que provocó la muerte o las limitaciones físicas en una buena parte del proletariado más revolucionario y calificado.[35]
Lo cierto fue que funcionarios profesionales ocuparon cargos públicos con altos salarios, lo que modificaba la concepción de Lenin de otorgar más responsabilidades a los obreros. Junto con esa situación, la centralización derivada de la guerra civil entró en contradicción con la noción del Poder Soviético en el plano local como comunas con administración autónoma.[36]
Lenin reconoció con cierta impotencia que aún en las condiciones de la construcción del socialismo la liquidación del burocratismo sería un asunto de toda una época:
“Tendremos que luchar muchos años contra el burocratismo y quien piense lo contrario practica la charlatanería y la demagogia, porque para vencer al burocratismo se necesitan centenares de medidas, se necesita la alfabetización total, la cultura general, la participación de todos en la Inspección Obrera y Campesina”. [37]
No se equivocó, ni en el diagnóstico, ni en la responsabilidad de la participación popular para enfrentar al burocratismo.
Hoy se trata de un tema que conspira contra la consecución de la democracia verdadera de Marx y la democracia plena de Lenin. Un tema que marca negativamente las relaciones políticas en la transición socialista.
Palabras finales
No cabe la menor duda que la concepción marxista y leninista sobre la transición socialista es una construcción teórica y sociopolítica que ha pasado la prueba del tiempo y que ha mostrado su acumulado de lógica y racionalidad científica y política, a pesar de algunos casos de extemporaneidad, derivados de los sitios epistemológicos en que el marxismo se gestó y en el que Lenin desarrolló su obra revolucionaria
Hoy, en las condiciones de predominio capitalista global las complejidades inherentes a la transición socialista se han multiplicado y, como nunca antes, se demuestra la certeza del legado marxista, y muy especialmente el de Lenin y su reconocimiento de la necesidad de analizar la transición socialista y su proyección en la práctica, acorde las disímiles condiciones históricas de su desarrollo.
Es comprensible que no haya sido físicamente posible para Marx y Engels agotar ese tema al estilo de otros ámbitos de su monumental obra. Es injusto reclamarles al respecto, porque no era posible hacerlo al margen de la propia experiencia de un proceso revolucionario de transición socialista, no concretado en los marcos del siglo XIX a pesar de la valiosa experiencia de la Comuna de París y las enseñanzas que de ella extrajeron los fundadores del marxismo
Aun así, y sin aventurarse a plantear recetas al margen de los datos que la historia brinda, Marx y Engels desentrañaron condicionantes del proceso hacia una nueva sociedad y líneas conceptuales sobre su desarrollo que resultan de extraordinaria vigencia y valor para las experiencias contemporáneas, como en su momento fue corroborado por Lenin y la Revolución de Octubre y más tarde por Fidel Castro y la Revolución Cubana. Incluso aquellas concepciones que a simple vista parezcan meras utopías o realmente hayan sido utopías, también las que el desenvolvimiento del capitalismo y la historia hayan cuestionado, tienen un significado para el presente de la teoría revolucionaria y para la práctica social.
Merecido reconocimiento merecen los aportes de Lenin y sus experiencias al frente de la Revolución de Octubre en los primeros años de poder soviético. Son aportes de extraordinario valor sociopolítico, ético y metodológico para el análisis de la transición socialista, particularmente con relación a temas vinculados con la toma del poder político por los sectores populares con el sentido de alianza de la clase obrera y el campesinado, junto con las transformaciones en el Estado, también en el Partido de vanguardia.
Por esa impronta de la obra de Lenin en procesos emancipatorios anti hegemónicos a través del siglo XX y del XXI, es que ha sido uno de los líderes del pensamiento marxista más atacado con pretensiones de desacreditarlo o de despojarle sus indiscutibles méritos teóricos y sociopolíticos.
Tanta alevosía puede explicarse por la influencia de Lenin en procesos revolucionarios concretos, lo que fue avizorado por Fidel Castro cuando reconoció la influencia de Lenin en los atacantes al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953 que dio inicio a la revolución cubana:
“Recordamos cuando por aquellos meses que precedieron al 26 de julio de 1953, la mayor parte del pequeño grupo de compañeros que estábamos dedicados a aquellas tareas andábamos siempre con los libros de Marx y de Lenin. Y recordamos que algunos de esos libros de Lenin —porque fueron los de Lenin— cayeron en manos de la policía, en los registros que hicieron después del Moncada. Y recordamos cómo en el proceso del Moncada, un fiscal paniaguado, entre sus más graves acusaciones, entre sus más —digamos— capciosas preguntas, hizo la pregunta de si era verdad que nosotros teníamos aquellos libros de Lenin y si eran nuestros aquellos libros de Lenin.
Y recordamos que en aquel instante no pudimos contener la indignación de ver allí aquella idiotez de sacar a relucir el libro de Lenin, y nosotros, con gran indignación, nos levantamos y le dijimos: “Sí, nosotros leemos a Lenin, y quien no lea a Lenin es un ignorante”.
“Recordaba esto porque de las obras de Lenin nosotros sacamos conclusiones que fueron decisivas —desde luego, cuando hablo del leninismo hablo del marxismo, de las ideas esenciales de Marx desarrolladas por Lenin—, y una muy específicamente de Lenin, que fue “El Estado y la Revolución”, que nos esclareció tantos conceptos, que nos dio tanta luz a la hora de elaborar la estrategia revolucionaria, la lucha por la conquista del poder revolucionario, y que tan decisiva fue para poder elaborar esa estrategia.”
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NOTAS
[1] Discurso en conmemoración del centenario del natalicio de Lenin. 22 de abril de 1970
[2] Fernández Olga. Dilemas de la transición socialista en Cuba. (Editorialfilosofi@.cu, La Habana, 2016.
[3] Ver Sobre la transición socialista en Cuba: un simposio en Temas, 50-51, pp. 126 a 162, en especial las intervenciones de Isabel Monal, Aurelio Alonso y Osvaldo Martínez que abundan sobre la legitimidad del concepto transición socialista en la misma dirección en que se analiza en este texto.
[4]“Ernesto Che Guevara: Apuntes críticos a la economía política, Ocean Sur, 2006, p. 9.
[5] Para ampliar ver Fernández Olga El marxismo en Fidel Castro: Estado y transición socialista. En Marx Ahora Nro. 34, La Habana, 2013.y “Dilemas sociopolíticos de la transición socialista en Cuba”. Editorial filosofi@.cu, La Habana, 2016.
[6] Sobre estos temas ver Néstor Kohan: Introducción al pensamiento socialista. El socialismo como ética revolucionaria y teoría de la rebelión, Ocean Sur, México D.F., 2007, p. 21.
[7] Carlos Marx: La Guerra Civil en Francia, Obras Escogidas, Editorial Progreso, Moscú T II, p 237. Años después, en medio de una revolución social concreta, Lenin retomó el concepto de socialismo como proceso, en contraposición con los criterios mencheviques de “implantar” el socialismo.
[8]Carlos Marx: Las luchas de clase en Francia de 1848 a 1850, Editora Política, La Habana, 1964, pp 137-138.
[9] Se hace necesario un paréntesis para tener en cuenta que en El Capital, Marx se refiere a la transición de un modo de producción a otro, pero vinculado con la gestación del modo de producción capitalista con sus clases fundamentales dentro del feudalismo, cuando la propiedad privada se transforma en capitalista, en un sistema de trabajo asalariado. Es un concepto de transición que sin dudas le aportó para valorar las especificidades del tránsito del capitalismo al comunismo con su profunda y novedosa transformación de las formas de propiedad que abriera paso a la propiedad social sobre los medios de producción. Desde esa perspectiva también puede identificarse la transición socialista con cambio en la propiedad y por tanto en las relaciones de producción. En El Capital Marx se adentra en las condicionantes y factores que posibilitan su sustitución revolucionaria por un nuevo tipo de sociedad, opuesta al predominio de la propiedad privada sobre los medios de producción. Temas como el trabajo, el poder político y el Estado, allí son considerados y, aunque muchas precisiones se realizan en la década de los años 70, las huellas en el camino para alcanzarla ya estaban presentes en El Capital donde la idea de proceso se profundiza con vistas a la creación del modo de producción comunista como objetivo estratégico. Esto tendrá nuevas precisiones en La guerra civil en Francia (1871), pero sobre todo en Crítica del Programa de Gotha (1875).
[10]“De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede Congruentemente con esto, en ella el productor individual obtiene de la sociedad — después de hechas las obligadas deducciones — exactamente lo que ha dado. Lo que el productor ha dado a la sociedad es su cuota individual de trabajo. Así, por ejemplo, la jornada social de trabajo se compone de la suma de las horas de trabajo individual; el tiempo individual de trabajo de cada productor por separado es la parte de la jornada social de trabajo que él aporta, su participación en ella.” Carlos Marx:Critica del Programa de Gotha, Obras Escogidas en dos tomos, Editorial Progreso, Moscú, s/f Tomo II p 15.
[11]Ibidem p 16.
[12] A Che Guevara también le preocupaba la reproducción metabólica de la lógica del capital, en el propio proceso al socialismo de ahí que su llamado a no utilizar las armas melladas del capitalismo alude, no sólo a errores que pueden cometerse, sino a la incapacidad que puede generarse para encontrar las intermediaciones culturales-políticas de una hegemonía socialista como nuevo cambio civilizatorio, que limitaran al mínimo la posibilidad de reproducción de ese modo de producción dentro de una sociedad que debía ser superior. No perdemos de vista el entorno capitalista en que se han desenvuelto las experiencias socialistas y predominios que se mantienen de tesis de la Modernidad y del pensamiento liberal burgués, como saber y poder eurocéntrico y mentalidad colonial presentes en las conciencias y la espiritualidad, así como que continuamos rodeados por un océano capitalista como sistema-mundo hegemónico, desde el ángulo geopolítico y cultural. También el naciente socialismo tiene que enfrentar sistemas de dominación derivados de nacionalismos y otras problemáticas raciales, étnicas, de género y etáreas que ayudan a reproducir prácticas sociales, políticas e ideológicas muy difícil de erradicar.
[13]Carlos Marx: Critica del Programa de Gotha, Obras Escogidas en dos tomos, Editorial Progreso, Moscú, s/f Tomo II p 16. El subrayado en negrita es nuestro.
[14]“En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!»…ibídem, p 16.
[15] El uso del concepto “socialismo científico” por Marx ha suscitado varias polémicas, ya que fue un concepto manejado y distorsionado por varios manuales publicados en la URSS. No tenemos una precisión al respecto ya que la única referencia que ha aparecido es en un prólogo de Marx a “Del Socialismo Utópico al Científico” de la primera edición de ese trabajo en francés. El borrador manuscrito de Marx se ha publicado, está incluido en las obras de Marx y Engels en alemán.
[16] René Márquez, Román García Báez: Mesa redonda: Lenin, Paradigmas y Utopías. Revista Trimestral de Reflexión Teórica y Política del Partido del Trabajo, No. 7, México, DF, mayo-julio de 2003, p. 216.
[17]“No es desdeñable el empleo que hace Marx del concepto de transición en varios sentidos, para develar formas específicas, y concretas de transiciones progresivas y/o ascendentes de una fase o de un modo de producción a otro cualitativamente superior, sin descartar la manifestación de caos abigarrado de formas de transición”…“Tampoco puede subvalorarse el sentido explícito en su Crítica del Programa de Gotha, para acentuar un período prominentemente político interformacional capitalismo-comunismo, precedido por la revolución proletaria como época de tránsito histórico; es decir, el período de transición del capitalismo al socialismo y al comunismo que, desde una perspectiva realista, siempre he preferido llamar transición socialista tomando en consideración que Lenin denominó «socialismo» a lo que Marx denomina «la primera fase del comunismo», la que carrea en todos sus aspectos el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede”. René Márquez: Meditaciones sobre la transición socialista cubana, Temas, No. 59, Julio-septiembre 2009, p. 148.
[18] V.I. Lenin , Informe sobre los sábados comunistas rendido ante una conferencia del PC(b) de la ciudad de Moscú”, 20 de diciembre de 1919, en Obras completas, Editorial Progreso, Moscú, 1986, T.32, pp. 275-276.
[19]V.I. Lenin, Proyecto de programa del PC(b), febrero de 1919, en Obras completas, Editorial Progreso, Moscú, 1986. T. 30, pp.440….443.
[20] Marta Harnecker: Reflexiones acerca del problema de la transición al socialismo. Folleto impreso, 1996, archivo de la autora.
[21] Carlos Marx y Federico Engels: La Ideología Alemana, Editora Política, La Habana, 1979, p 35.
[22] Ver Isabel Monal: Problemática de la toma del poder político y la dictadura del proletariado en “Política, Estado y Transición Socialista”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2008, p 21-26.
[23] Vladimir I. Lenin: VII Congreso Extraordinario del PC(b) de Rusia, Obras completas T. 36, Editorial Progreso, Moscú, 1986, p. 70 y en Quiénes son los “amigos del pueblo” y cómo luchan contra los socialdemócratas, donde Lenin se refiere a la concepción de Marx y Engels sobre la nueva sociedad y los terrenales elementos que la fundamentan. Un ejemplo de esta posición dio Lenin, ya al frente de un proceso revolucionario concreto, cuando en 1918, en el VII Congreso Extraordinario del PC(b) de Rusia enfrentó la propuesta de Bujarin de modificar el programa del Partido con vistas a incluir una caracterización del socialismo y el comunismo con precisiones tales como la “próxima” extinción del Estado.
[24]Vladimir I. Lenin: VII Congreso Extraordinario del PC(b) de Rusia, Obras completas, T. 36, Editorial Progreso, Moscú, 1986, p. 70.
[25]El concepto Dictadura del Proletariado aparece en 1850 en Las luchas de clases en Francia de 1848 a1850 para calificar la “elevación del proletariado a clase políticamente dominante”, como expresión de hegemonía popular en términos de poder político. La Comuna de París como primer Estado de la clase obrera ofrece rasgos esenciales a Marx -apreciados igualmente por Lenin en vísperas de la Revolución de Octubre.
[26] Sobre el tema consúltese Atilio Borón: Estado, Democracia y Movimientos Sociales en América Latina. Crisol 35, México, 2002, p. 31.
[27] Refiriéndose a la dictadura del proletariado en un análisis sobre el tránsito al socialismo en Cuba, Carlos Rafal Rodríguez utiliza los conceptos sinónimos hegemonía proletaria y hegemonía del proletariado que para él «no es un hecho físico, es decir, no significa que la clase obrera realice su dirección política a través de un grupo gobernante o dirigente constituido por figuras que salen del proletariado… hegemonía del proletariado quiere decir que los intereses y las ideas del proletariado se impongan en el proceso revolucionario y sean expresadas por la dirección de ese proceso como las ideas y el programa fundamentales.» Carlos Rafael Rodríguez: Letra con Filo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1983, Tomo 2, pp 369-370.
[28]Carlos Marx: Critica del Programa de Gotha, Obras Escogidas en dos tomos, Editorial Progreso, Moscú, s/f Tomo II p 24.
[29] Aunque Marx y después Lenin dicen que con la dictadura del proletariado éste se libera y con él al resto de los trabajadores y demás miembros de la sociedad, y entonces aparece el papel de la democracia de las mayoría.
[30] V. I.Lenin El Imperialismo, fase superior del capitalismo, Obras Escogidas en tres tomos. Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1960.
[31] En varios trabajos escritos entre 1917 y 1918 Lenin aborda sus posiciones con relación al enfrentamiento de la guerra imperialista y reitera ideas sobre la importancia de la paz para el socialismo, de ahí la necesidad de erradicar las guerras, instaurar la paz entre los pueblos, lograr que cesen los saqueos y las violencias. Pero a la vez enfatiza en la preservación de los intereses socialistas en cualquier acuerdo en pos de la paz. Para ampliar ver Acerca de la historia sobre la paz desdichada; Posición del CC del POSD(b) de Rusia en el problema de la paz separada y anexionista; Informe sobre la guerra y la paz de 7 de marzo de 1918, entre otros trabajos que aparecen en V.I. Lenin, Obras Escogidas en tres tomos, Ediciones de Lenguas Extranjeras, Moscú, 1960, tomo 2.
[32] Esta idea queda bien expuesta en el Epílogo de ¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder? en el que Lenin se refiere a la fuerza que tienen las condiciones objetivas en un proceso revolucionario. V.I. Lenin: Obras Escogidas en tres tomos, Editorial de Lenguas Extranjeras, Moscú, 1960, Tomo 2 pp 462-467.
[33] V. I. Lenin: Las tareas inmediatas del poder soviético, Obras Escogidas en tres tomos, Editorial de Lenguas Extranjeras, Moscú, 1960, Tomo 2 p 706.
[34] Ibídem.
[35] Es muy difícil sintetizar las causas del burocratismo en la URSS en el que sin dudas influyó un problema de mentalidades, de egoísmos y egocentrismos personales, de ambición de poder, de ansias de protagonismo, de doble moral, etc., que eran herencias recibidas del régimen anterior, pero que se reprodujeron en el seno del gobierno, los soviets, y el partido comunista, incluso en importantes cuadros, de forma consciente o inconsciente, y que también se daban en los obreros que llegaban al poder con cierta instrucción y educación, pero que no tenían la visión de un nuevo episteme socialista, diferente al modernismo y el liberalismo, un nuevo paradigma civilizatorio, que era muy difícil poseer. Había que construirlo y eso fue y es muy complejo por condicionantes internas y externas.
[36] También afectó a las empresas privándolas de su autonomía económica y financiera a la vez que la dirección colegiada tuvo que dar paso a la dirección unipersonal. Los comités de fábrica y las administraciones colectivas que dirigían las empresas mermaron sus funciones. En tales condiciones, se hizo evidente la contradicción entre el modelo ideal previsto y la práctica histórico-concreta en las condiciones en que se iniciaba la construcción del socialismo en Rusia. El modelo real resultante tenía no sólo diferencias con relación al ideal previsto, sino que en determinados aspectos era su negación. Hubo que hacer importantes correcciones al pronóstico sobre la nueva sociedad y al proceso de su surgimiento en Rusia. Los plazos resultaron más lejanos de lo previsto. Más de una idea resultó utópica en la práctica de su realización. Otros elementos previstos como tareas inmediatas quedaron como ideales pospuestos. Ver Juan Miguel FerrerSocialismo: Retorno a la Raíz (Sobre las concepciones de Lenin) Disponible en www.aporrea.org/ideologia/a7732.html
[37] Citado por Juan Miguel Ferrer Socialismo: Retorno a la Raíz (Sobre las concepciones de Lenin) Disponible en www.aporrea.org/ideologia/a7732.html