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Roque Dalton

Del Libro: El turno del ofendido

DESNUDA

 

Amo tu desnudez

porque desnuda me bebes con los poros,

como hace el agua cuando entre sus paredes me sumerjo.

 

Tu desnudez derriba con su calor los límites,

me abre todas las puertas para que te adivine

me toma de la mano como un niño perdido

que en ti dejara quietas su edad y sus preguntas.

 

Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo

pasa a ser mi universo, el credo que me nutre;

la aromática lámpara que alzo estando ciego

cuando junto a las sombras los deseos me ladran.

 

Cuando te me desnudas en los ojos cerrados

cabes en una copa vecina de mi lengua,

cabes entre mis manos como el pan necesario,

cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.

 

El día en que te mueras te enterraré desnuda

para que limpio sea tu reparto en la tierra,

para poder besarte la piel en los caminos,

trenzarte en cada río los cabellos dispersos.

 

El día en que te mueras te enterraré desnuda,

como cuando naciste de nuevo entre mis piernas.

 

 

 

LO QUE ME DIJO UN LOCO

 

Me contaste que tu padre era un pequeño mar.

 

Que los ángeles son unos estupidillos

pero por las noches hacen mucho daño con sus uñas de cola de cometa.

 

Me contaste que en tu casa la lluvia naufraga

y tus hermanas castran furiosas los almendros.

 

Me contaste que los sedientos son la gran esperanza.

Que silbar en los parques es confesarse impotente

de recuperar el vino de las palabras que uno dice de niño.

 

Me contaste que la mujer gorda te era desconocida

y que por eso odiabas los gestos de su espalda.

 

Me contaste que era mejor no salir a la calle

porque a cierta edad es obtuso hacer víctimas.

 

Me contaste que hay algo que se llama luz

imposible de explicar con las manos.

 

Me contaste que los árboles no son los principales enemigos

y que no debía creer nada de lo que hablan desde el otro lado de las rejas.

 

 

 

LAS FEAS PALABRAS

 

En la garganta de un beodo muerto

se quedan las palabras que despreció la poesía.

 

Yo las rescato con manos de fantasma

con manos piadosas es decir

ya que todo lo muerto tiene la licuada piedad

de su propia experiencia.

 

Furtivamente os las abandono:

feas las caras sucias bajo el esplendor de las lámparas

babeantes sobre su desnudez deforme

los dientes y los párpados apretados

esperando el bofetón.

 

Amadlas también os digo. Reñid a la poesía

la limpidez de su regazo.

Dotadlas de biografía ilustre.

Limpiadles la fiebre de la frente

y rodeadlas de serenas frescuras

para que participen también de nuestra fiesta.

 

 

 

ALTA HORA DE LA NOCHE

 

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre

porque se detendría la muerte y el reposo.

 

Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,

sería el tenue faro buscado por mi niebla.

 

Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.

Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.

 

No dejes que tus labios hallen mis once letras.

Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.

 

No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto:

desde la oscura tierra vendría por tu voz.

 

No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre.

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.

 

 

 

Del libro: Taberna y otros lugares

 

  1. E. A.

 

El Presidente de mi país

Se llama hoy por hoy Coronel Fidel Sánchez Hernández.

Pero el General Somoza, Presidente de Nicaragua,

también es Presidente de mi país.

Y el General Stroessner, Presidente del Paraguay,

Es también un poquito Presidente de mi país, aunque menos

que el Presidente de Honduras o sea

el General López Arellano, y más que el Presidente de Haití,

Monsieur Duvalier.

Y el Presidente de los Estados Unidos es más Presidente de mi país,

ese que, como dije, hoy por hoy,

se llama Coronel Fidel Sánchez Hernández.

 

 

Del libro: Poemas clandestinos

 

ARTE POÉTICA 1974

 

Poesía

Perdóname por haberte ayudado a comprender

que no estás hecha solo de palabras.

 

 

PODRÍA SER

 

Para los burgueses

la patria las leyes el honor y Dios

no tienen sentido sin

la propiedad privada y “la libre empresa”.

 

Para los proletarios

la muerte de la propiedad privada

y de “la libre empresa”

daría sentido a la Patria las leyes el honor

y tal vez hasta a Dios.

 

 

CARTITA

 

Queridos filósofos,

queridos sociólogos progresistas

queridos sicólogos sociales:

no jodan tanto con la enajenación

aquí donde lo más jodido

es la nación ajena.

 

 

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