Por: Juan Manuel Reyes Ballester
“De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide: mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos. Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso”[1].
Una valoración necesaria
El Marxismo, componente de la Ideología de la Revolución cubana, aporta una concepción científica, dialéctico materialista acerca de la necesidad, categoría importante para el estudio de los procesos y fenómenos de la realidad, indispensable para la comprensión de aquellos que constituyen procesos sociales, demostrando científicamente que todos los procesos esenciales del mundo objetivo y los que son resultado de este, como los relativos a la conciencia, son necesarios, es decir, determinados por las condiciones materiales de existencia, su desarrollo y contradictoriedad. De lo que se entiende que la necesidad, es todo lo que tiene su causa en la esencia de los fenómenos y procesos de la realidad, lo que se desarrolla a partir de sus interdependencias, de sus nexos objetivos.
Conocer de la vida y del pensamiento político de las personalidades históricas, posibilita una aproximación a las condicionantes epocales que determinaron una u otra actuación de quienes lideran los procesos históricos y que contribuyeron con sus acciones al logro de determinados objetivos del desarrollo social. Conocer la profundidad de las valoraciones oportunas que realizaron del contexto que les tocó vivir y de las respuestas que dieron a las necesidades históricas del momento, sirven de hilo conductor en los análisis con acertabilidad de las razones que condicionaron una determinada toma de decisiones frente a situaciones puntuales de los acontecimientos históricos y la visión interpretativa que desde sus posiciones ideológicas asumieron. En esas personalidades están a su vez, las raíces o la herencia recibida de sus antepasados, así como también de sus coetáneos.
Y es que la esencia humana no puede ser comprendida sin el análisis de sus relaciones sociales. Este constituye un valioso aporte filosófico de Carlos Marx, creador de la teoría Marxista, que en la tesis número 6 sobre Feuerbach, plantea:
…»la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales».[2]
De lo expresado, se deduce que la existencia misma del hombre en calidad de ser bio-psicosocial, presupone necesariamente la interacción con otros hombres, con el medio en el que transcurre su vida y sus múltiples actividades y muy especialmente la acción de las condiciones sociales que en ellos necesariamente se reflejan. Son relaciones necesarias para el desarrollo de los seres humanos.
En esas diversas relaciones, las relaciones con otros individuos o con lo que pudieran ser sus juicios sobre determinados aspectos de la vida, suponen influencias recíprocas, que bien pueden ser de aceptación o de rechazo; de hecho, sobre el individuo dado y de este a otros, y así sucesivamente se van comportando las percepciones y los sentimientos expresados, pero siempre condicionados por la realidad social que es en última instancia la que da el sello distintivo de la relación causal de este proceso.
Federico Engels, en su obra Ludwig Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana, expresó:
(…) en la historia de la sociedad, los agentes son todos hombres dotados de conciencia, que actúan movidos por la reflexión o la pasión, persiguiendo determinados fines; aquí, nada acaece sin una intención consciente, sin un fin propuesto. Pero esta distinción, por muy importante que ella sea para la investigación histórica, sobre todo la de épocas y acontecimientos aislados, no altera para nada el hecho de que el curso de la historia se rige por leyes generales de carácter interno. (…)[3]
Más adelante, en esta obra citada, señala Engels:
“(…) Todo lo que mueve a los hombres tiene que pasar necesariamente por sus cabezas; pero la forma que adopte dentro de ellas depende en mucho de las circunstancias. (…)”[4]
Al respecto, en el diccionario filosófico (Rossental- 1984:333), se define:
(…) El desarrollo de los hombres en calidad de personalidad tiene por premisa necesaria las dotes naturales de los individuos pero se realiza principalmente en la sociedad (…) La amplitud y profundidad del desarrollo del individuo como personalidad es la amplitud y profundidad por él de lo social y a la vez el cambio y la creación de lo social mismo.[5]
De lo analizado hasta aquí, es posible resumir que, se reconoce la personalidad de los individuos como una característica social del hombre en la cual no solo los componentes naturales ejercen influencias, sino que la atención la fija el aspecto social. En la medida en que el individuo asimila el desarrollo cultural de la humanidad y participa en esa construcción mediante sus actos transformadores, se va destacando así mismo como una unidad irrepetible y deviene en personalidad. Es en última instancia, resultado del desarrollo social, formando parte de un grupo social, de una clase social, de un pueblo o nación y que incorpora como suyos los intereses, las aspiraciones y los objetivos de estos grupos sociales a los que pertenece, en correspondencia con un contexto histórico concreto.
El análisis del devenir histórico de la humanidad revela la lógica objetiva de la historia y, teniendo en cuenta estos postulados, se afirma que en el desarrollo social nada se hace al margen de la actividad y la influencia de los hombres como individuos. Sin embargo, este aspecto solo constituye una arista del problema de estudio del proceso socio-histórico, ya que, para analizar su evolución, las transformaciones que se operan en ella, el acontecer histórico en sí, es necesario, el estudio del hombre, su conciencia y su actividad en el desarrollo y transformación desde que este existe como especie humana. Este análisis sociológico permite comprender la historia de la humanidad como un proceso social, sus acontecimientos y evolución, al mismo tiempo que, es visto como un proceso histórico natural, lo que permite descubrir las leyes que rigen estos procesos.
Ahora bien, otra arista del problema relacionada con el análisis del sujeto mismo de la actividad histórica permite tener en cuenta la importancia de las acciones de los individuos como sujetos transformadores de la realidad y no poner la historia al margen de las personas que con sus actos se anticipan o contribuyen a acelerar los procesos históricos. Es decir, los individuos, los grupos sociales, las clases sociales, la sociedad misma, captan la necesidad del momento histórico y a partir de eso toman partido en la transformación social. De ahí la importancia del estudio del sujeto de la acción histórica, en la que los individuos con sus conflictos y necesidades, -en la conjugación de los intereses individuales, colectivos y sociales y como parte del todo social-, ejercen influencias sobre los demás a través de su actividad y en momentos decisivos para la realización de los móviles o metas de la propia actividad humana. Estos sujetos de la historia, como individualidad humana devienen en personalidades históricas y las condiciones materiales de existencia, así como las leyes objetivas de la vida social, son determinantes.
Carlos Marx y Federico Engels, ofrecen un análisis científico sobre esta cuestión.
Los hombres hacen su historia, cualesquiera que sean los rumbos de esta, al perseguir cada cual sus fines propios propuestos conscientemente; y la resultante de estas numerosas voluntades, proyectadas en diversas direcciones, y de su múltiple influencia sobre el mundo exterior, es precisamente la historia. (…)[6]
(…) El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina su ser; por el contrario, su ser social es lo que determina su conciencia. (…)[7]
En atención a lo antes expuesto, la personalidad histórica se puede definir como: Relativa a los sujetos sociales que han desempeñado acciones relevantes en el desarrollo de la sociedad o de su devenir histórico. Expresión de la integralidad en sus funciones reguladoras y autorreguladoras del comportamiento.
En resumen, el estudio de la personalidad histórica hay que entenderlo desde la comprensión misma de la relación entre los elementos subjetivos y las condiciones objetivas de la vida social. El sujeto como individualidad, es portador del principio consciente, que se manifiesta mediante su actividad y se distingue de la realidad social (su objeto), hacia la que se dirigen sus acciones transformadoras, así como, de las condiciones en las que se realiza. Es importante destacar, que no es como individuo aislado, al margen de lo social sino es como entidad social misma. Nada puede absolutizarse en el análisis de la historia, ni el rol que desempeñan las personalidades históricas o por el contrario no ver el rol decisivo de los grupos sociales o de las masas en general; cualquiera de estos presupuestos analizados al margen el uno del otro simplificaría el resultado y lo presentaría como inconexo.
En los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, Carlos Marx afirma:
El hombre es un ser esencial, no solo porque en la práctica y en la teoría adopta la especie como objeto (el suyo lo mismo que el de otras cosas), sino– y esta es solamente otra manera de expresarlo–, también porque se trata a sí mismo como la especie real, viviente; porque se trata a sí mismo como un ser universal y, por consiguiente, libre.[8]
Esa libertad es entendida, desde la filosofía como expresión de la comprensión de la necesidad social y sobre todo como actuación en correspondencia con la necesidad social. Esto explica una vez más, como los individuos por ser portadores de conciencia, interactúan mediante la actividad con su medio, con el grupo o clase social a la que pertenecen, es decir, interactúan como parte de la sociedad misma con sus juicios, puntos de vista y valoraciones acerca de la contradictoriedad social, son por tanto, portadores de pensamiento político.
El pensamiento político constituye un proceso activo del reflejo de la realidad objetiva en las representaciones, los conceptos, los juicios, etc., como expresión de los intereses vitales de las clases sociales y de sus relaciones recíprocas, así como de las relaciones entre naciones y estados.
Carlos Marx, sin negar la importancia del individuo en la historia con sus ideas y acciones, demostró que la historia real la hacen las masas humanas y no unos u otros individuos.
Acerca de este extraordinario aporte, Federico Engels en su artículo biográfico sobre Carlos Marx, resumía como descubrimiento muy importante la revolución que ´provocó en toda la concepción de la historia universal, apuntando que:
(…). Hasta aquí, toda la concepción de la historia descansaba en el supuesto de que las últimas causas de todas las transformaciones históricas habían de buscarse en los cambios que se operan en las ideas de los hombres, y de que todos los cambios, los más importantes, los que regían toda la historia, eran los políticos. No se preguntaban de dónde les vienen a los hombres las ideas ni cuáles son las causas motrices de los cambios políticos. (…) Pues bien, Marx demostró que toda la historia de la humanidad, hasta hoy, es una historia de luchas de clases (…)[9]
Las personalidades más destacadas en el ámbito social, son las que con su accionar o pensamiento reflejan su entorno con mayor profundidad, la necesidad histórica, aquellos aspectos sociales de la ciencia, de la concepción del mundo según la época y el nivel de desarrollo alcanzado, en resumen, que expresan con mayor nitidez la naturaleza social de sus semejantes y de sus necesidades.
Federico Engels en carta a José Bloch fechada en Londres en septiembre de 1890, afirma:
(…) la historia se hace de tal modo, que el resultado final siempre deriva de los conflictos entre muchas voluntades individuales, cada una de las cuales, a su vez, es lo que es por efecto de una multitud de condiciones especiales de vida; son, pues, innumerables fuerzas que se entrecruzan las unas con las otras, un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas, de las que surge una resultante -el acontecimiento histórico-, que a su vez, puede considerarse producto de una fuerza única, que, como un todo, actúa sin conciencia y sin voluntad. Pues lo que uno quiere tropieza con la resistencia que le opone el otro, y lo que resulta de todo ello es algo que nadie ha querido. (…)[10]
Para todas las situaciones no se puede perder de vista la relación dialéctica individuo–sociedad (personalidad-masa). Solo así la visión del cuadro del mundo de la época histórica es más exacta cuanto más científico es su análisis de conjunto. Esto permite contribuir al desarrollo del pensamiento y la conciencia histórica, así como al desarrollo de sentimientos empáticos hacia lo valioso aportador, hacia la obra humana constructiva.
En Cuba, el amor a la independencia nacional, a la emancipación social sin distinción de razas o credos, a la igualdad de derechos de oportunidades para todos y a la dignidad humana como sentido heroico de la vida, nacidas de las tradiciones más genuinas del pueblo, constituyen una práctica permanente y una razón esencial de lucha desde la propia formación de la identidad nacional, muy a pesar de todos los intentos del imperialismo por sofocarlas, quienes no pudieron evitar el nacimiento, crecimiento, y consolidación de una nación independiente, que tiene como su principal misión la dignidad plena del hombre, ideal supremo de José Martí. En ello se arraiga la identidad nacional sustentada en las tradiciones de un pensamiento social avanzado, de acción revolucionaria, de intransigencia patriótica y de solidaridad humana.
Antonio Maceo y Grajales, aproximación a su pensamiento político.
Investigadores cubanos han estudiado la personalidad histórica de Antonio Maceo y Grajales, aportando compilaciones valiosas de sus cartas y otros documentos que han permitido disponer de fuentes históricas significativas para continuar profundizando en su estudio, sin embargo aún resulta insuficiente el tratamiento del mismo y esencialmente en lo relativo a su pensamiento político. Un referente significativo para este trabajo, lo constituyeron los documentos y cartas escritas por el propio Maceo y que magistralmente compiló en un ordenamiento cronológico exquisito, la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales en 1950.
En esta aproximación al pensamiento político de Antonio Maceo y Grajales, se valoraron determinados aspectos necesarios, para la búsqueda de la información acerca de la evolución de su pensamiento, desde el análisis de su actuación social, y de sus propias valoraciones del desarrollo de los acontecimientos históricos de la Patria que tanto ama. Son referentes importantes a considerar:
1.- Aspecto biográfico: datos biográficos (fechas, lugares), la época: contexto histórico social en que se desarrolla su pensamiento político y actuación revolucionaria, el ambiente familiar e influencias educativas de la familia y de otras personas, la participación en actividades relevantes (reuniones, luchas sociales, políticas, entre otras), el tránsito y estancia por diferentes países.
2.- Concepciones sociopolíticas, religiosas y filosóficas: valoraciones de la evolución de su pensamiento y actuación revolucionaria, concepción general del mundo y de la sociedad en la que vive.
3.- Influencias de otras personalidades e instituciones sociales de su época. Teniendo en cuenta lo anterior, en el análisis de los apuntes biográficos consultados en diferentes textos acerca de esta personalidad histórica, se destacan como datos significativos, los que a continuación se reflejan.
Antonio de la Caridad Maceo y Grajales, uno de los más prestigiosos generales de la Guerra Grande –iniciada el 10 de octubre de 1868-, nació el 14 de junio de 1845, en la calle Providencia número 16 en Santiago de Cuba. Era un joven de 23 años de edad cuando los cubanos deciden luchar por su independencia.
Contrajo matrimonio con María Cabrales Isaac -parda libre como se denominaba en esa época-, el 16 de febrero de 1866 y quien fuera su compañera no solo de la vida sino de sus acciones revolucionarias.
Al agudizarse las contradicciones Metrópolis-Colonia, en los años 60 del siglo XIX, comenzaron las conspiraciones a través de las logias masónicas, en una de las cuales Antonio Maceo se había iniciado. Ayudado por su padre Marcos fundó la Junta Popular Conspirativa de Majaguabo, revelando desde entonces sus cualidades de líder político.
Fue un patriota de firmes convicciones independentistas para la nación y con un alto sentido de la justicia social, que lo llevaron a asumir una posición abolicionista en contra de la esclavitud. Dotado de grandes virtudes en su comportamiento social, demuestra una honestidad y honradez impecable que practica el don de la verdad en sus relaciones interpersonales con amigos y enemigos, con sus familiares y con todas aquellas personas más allegados a él. En Antonio Maceo, el honor es un rasgo esencialmente que lo distingue.
Sus raíces se arraigan, se asientan y nutren en el patriotismo de sus padres. La herencia e influencias paternas -quienes lo educaron en el patriotismo, la honradez y en la no claudicación de los principios- y la de sus hermanos, el contacto diario con el orden de oprobio que vivía su patria, le hicieron madurar convicciones profundas de apego a la nación que lo vio nacer, para erigirse en la única respuesta posible que aquella época demandaba: el camino de la libertad mediante la lucha armada, conciencia política del momento histórico de profunda concepción acerca de los conflictos, problemas y contradicciones epocales, que van marcando el inicio de las cualidades patrióticas en su pensamiento político.
Es por eso que al conocer del alzamiento que se ha producido en el ingenio Demajagua, en Manzanillo, -región del oriente del país-,de los patriotas cubanos contra el colonialismo español en pro de la independencia de Cuba y por la abolición de la esclavitud el 10 de octubre de 1868, es consciente de la necesidad de incorporarse como un soldado al llamado de la patria y lo hace en fecha tan temprana como lo fue en el propio octubre de 1868, alcanzando posteriormente en el combate los grados más altos, de general, por sus méritos de excelente estratega y de amplios conocimientos ideo-políticos que lo distinguen ante todo como antiimperialista y antirracista.
Nombrado ayudante de Máximo Gómez, participó en varias operaciones victoriosas contra el ejército español. Se engrandece su participación en la guerra y sobresale entre los combatientes por la demostración de su coraje sin límites, la entrega y el arrojo incondicional como manifestación del amor que la patria despierta en él, sus magníficas cualidades de combatiente, de organizador y de jefe.
El 10 de febrero de 1878, se firma en El Zanjón, provincia de Camagüey, entre algunos independentistas cubanos y el gobierno español, representado por el General español Arsenio Martínez Campos, una paz que no significaba la independencia para Cuba ni la abolición de la esclavitud, objetivos por los que se combatió durante 10 años de guerra. Este acontecimiento suponía además, la entrega de las armas de los insurrectos cubanos y el compromiso, por parte de España, de conceder algunas libertades políticas a Cuba. Asimismo, se ofrecía la salida de la isla a los líderes rebeldes y la emancipación de los negros y asiáticos que participaron en la insurrección.
Al conocer Maceo estos acontecimientos, no se hizo esperar su enérgica condena a esa paz sin independencia que menospreciaba el valor de los cubanos y su derecho al disfrute de la libertad, por lo que solicitó una entrevista con el General español Arsenio Martínez Campos en un lugar conocido como Mangos de Baraguá, en la región oriental del país. Este encuentro se produjo el 15 de marzo de 1878 y en el que rechazaba el ofrecimiento del gobierno español por considerarlo ignominioso para Cuba y a su justo derecho a la independencia nacional, levantando dignamente la moral combativa del pueblo cubano. Este acontecimiento tan significativo para la historia de Cuba se identifica como La Protesta de Baraguá.
El resultado inmediato fue la continuación de la lucha armada por parte de algunos patriotas en la zona oriental y en la que está presente indudablemente Antonio Maceo. A partir del 10 de mayo de 1878 por orden del Gobierno Provisional Maceo partió al extranjero y comenzó para él un período de tregua, la que duraría 17 años, pero en la que no dejaría de intentar el regreso para continuar la guerra hasta conquistar la independencia; muestra de ello es la labor que desarrolla fuera de Cuba, en la que tuvo que hacer varias veces de diplomático, como embajador de la Revolución Cubana ante los gobiernos amigos. En Honduras perteneció al ejército con el grado de General de División y fue juez suplente del Tribunal Supremo de Guerra. Durante ese período se preparó intelectualmente en varias materias, concentrando su atención principal en las cuestiones de la guerra, participando en reuniones conspirativas con el resto de los patriotas en el exilio.
Son estas las razones por las que Maceo no se encuentra combatiendo en Cuba, cuando el 24 de agosto de 1879, transcurrido poco más de un año desde los acuerdos de Zanjón, dio comienzo en la provincia de Oriente un nuevo levantamiento contra las autoridades españolas. El brote independentista estaba dirigido por José Maceo (hermano de Antonio), Guillermo Moncada, Quintín Banderas, Calixto García y otros jefes militares de la guerra de los Diez Años. Este hecho fracasa al igual que la guerra de los Diez Años por la falta de unidad y organización de los mambises, entre las razones más relevantes.
Maceo regresa a Cuba en 1890 con la intención de organizar a los patriotas, pero fue expulsado de nuevo por las autoridades españolas. A partir de 1892 fue uno de los principales organizadores de la guerra de 1895, junto a Máximo Gómez y José Martí, la que estalla el 24 de febrero de 1895. Reiniciada esta guerra, Antonio Maceo, con un pequeño grupo, se trasladó a Cuba y se unió a los insurrectos en la nueva contienda independentista, asumiendo la jefatura del Ejército Oriental tras la caída en combate de Flor Crombet. El 16 de septiembre de1895, en la asamblea de Jimaguayú, fue ascendido al grado de Lugar Teniente General del Ejército Libertador.
Para Antonio Maceo, los sentimientos hacia la patria, de amor y de consagración hasta conseguir su independencia están por encima de cualquier sacrificio. Demostración de esto lo constituye el hecho de saber dejar a su esposa amada y enferma María Cabrales en otras tierras distantes de Cuba (Costa Rica), para continuar la lucha hasta poder alcanzar el añorado sueño de la libertad. Esposa que ha dado demostraciones infinitas de sacrificio y patriotismo profundo y que lo secundó en el campo de batalla. No es posible referirse a la extraordinaria personalidad de Antonio Maceo sin destacar la presencia que tuvieron en él su madre Mariana Grajales y su esposa María Cabrales, por ello desde las reflexiones del propio Maceo y de José Martí se apunta aquí lo siguiente:
Refiriéndose a la influencia de Mariana en su hijo Antonio Maceo, señala en un escrito patriótico José Martí:
De la madre, más que del padre, viene el hijo, y es gran desdicha deber el cuerpo a gente floja o nula, a quien no se puede deber el alma; pero Maceo fue feliz, porque vino de león y de leona. Ya está yéndosele la madre, cayéndosele está ya la viejecita gloriosa en el indiferente rincón extranjero, y todavía tiene manos de niña para acariciar a quien le habla de la patria. (…)
En este mismo texto, José Martí se refiere a la esposa de Maceo, cuando destaca:
María, la mujer, nobilísima dama, ni en la muerte vería espantos, porque le vio ya la sombra muchas veces, sino en un corazón de hijo de Cuba, que esa si es noche fiera, donde se apagase el anhelo de la independencia patria. Ingratitud monstruosa le parece a tanta sangre vertida, y falta extraña de coraje (…) En sala no hay más culta matrona, ni hubo en la guerra mejor curandera. De ella fue el grito aquel: ‘Y si ahora no va a haber mujeres, ¿quién cuidará de los heridos?’. Con las manos abiertas se adelanta a quien le lleve esperanzas de su tierra: y con silencio altivo, ofusca a quien se la desconfía u olvida.
José Martí expresa, en este texto citado, sus valoraciones sobre las cualidades del pensamiento de Maceo, al plantear:
“(…) el cubano que no tuvo rival en defender, con el brazo y el respeto, la ley de su república (…)”
“(…) Le aviva al animal el trote, pero pronto le acude a la brida, para oír la hora verdadera, para castigarle a la sangre la mocedad (…)”
“(…) él morirá de frente a la tempestad. Todo se puede hacer. Todo se hará a su hora.”
“(…) ___ Y hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo (…)”
«(…) Firme en su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante, y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste con la idea cauta y sobria. (…)»
“(…) el guerrero que no durmió en toda la noche buscándole caminos a la patria”.
“(…) Con el pensamiento le servirá, más aún que con el valor (…)”.
“(…) Le son naturales el vigor y la grandeza (…)”
Significativo es también, valorar las dimensiones éticas del patriotismo de Antonio Maceo desde sus misivas a los seres más queridos, tal es el ejemplo de entrega sin límites a los ideales patrios cuando en la carta que dirigiera a su esposa, de marzo de 1895, escrita en los días de la partida hacia Cuba para incorporarse a la revolución recientemente iniciada, se percibe una agonía profunda de quien sabe deja a su compañera de la lucha y de la vida que no puede porque está enferma, marchar con él para continuar sus sueños de libertad pero con la convicción plena de la misión que también en su nombre y por su sacrificio tiene que asumir. Esta carta es evidencia de su infinito amor a la patria, sin que por ello deje de reconocer en sus líneas las cualidades extraordinarias de esta mujer patriota también; se puede deslindar la profundidad de su pensamiento político unido a sus hermosos sentimientos humanos. Dicha misiva, constituye una valiosa fuente histórica para la formación de las presentes y futuras nuevas generaciones. En ella expresó:
En tu camino como en el mío, lleno de abrojos y espinas, se presentarán dificultades que solo tu virtud podrá vencer.
Confiado, pues, en esa tu más importante cualidad, te abandono por nuestra patria, que tan afligida como tú, reclama mis servicios, llorando en el estertor de la agonía. Pienso que tú sufriendo, y yo peleando por ella, seremos felices; tú amas su independencia, y yo adoro su libertad. El deber me manda sacudir el yugo que la oprime y la veja, y tu amor de esposa fiel y purísima, me induce a su redención (…). Tú que has pasado conmigo los horrores de aquella guerra homicida, sabes mejor que nadie cuánto vale el sacrificio de abandonarte por ella, cuánto importa el deber a los hombres honrados. El honor está por sobre todo. (…) Si venzo, la gloria será para ti.[11]
Amor a la patria, compromiso social, disposición de luchar por la independencia, sentido del cumplimiento del deber, el sacrificio, la honradez, el honor, el reconocimiento al mérito de otros y la sensibilidad humana, porque no hay egoísmos personales en este hombre grande de la patria cubana y Latinoamericana. Basta leer esa carta para percibir estas cualidades de su pensamiento político, su evolución y madurez. Así es Antonio Maceo y Grajales.
En carta a Enrique Trujillo, con fecha 28 de marzo de 1895, Antonio Maceo está decidido resueltamente a impedir que se repita el hecho del Zanjón, cuando le dice:
(…) Y ya voy en camino de mi Patria a servirla, libre del contagio de ambiciones personales y solo impediré, con energía y resolución, las transacciones inútiles con España.
Haga usted lo mismo, pues así deben proceder los buenos y desinteresados patriotas[12].
Es un hombre de honor que sabe respetar la debilidad humana porque no se aprovecha de los heridos enemigos, ni aflora en él una actitud de venganza porque tiene vergüenza de sus actos, sin que por ello dejase de ser intransigente e inclaudicable en sus principios, ni se evidenciara enflaquecimiento alguno, dando más bien lecciones al enemigo de dignidad humana. Esto lo demuestra la carta que dirigiera al General Martínez Campos con fecha 16 de julio de 1895, cuando le expresó:
Deseoso de que los heridos, que las tropas de su Ejército abandonaron en el campo de batalla, no perezcan por falta de auxilio, he dispuesto sean colocados y atendidos en casa de una familia cubana del lugar donde fue el combate, hasta que V. (usted) mande por ellos; seguro de que la fuerza que venga a llevárselos no será hostilizada por las de mi mando[13].
En carta al Brigadier Luis Feria, con fecha 31 de diciembre de 1895, Antonio Maceo ofrece, una vez más, demostración de su altísima moral y honradez, de su disciplina militar y exigencia a sus subordinados, cuando expresa:
Al propio tiempo recomiendo a usted que corte de raíz, con energía, los abusos que vienen cometiéndose en aquella Brigada sobre imposición de contribuciones a los hacendados, cuyos compromisos deberá usted anular por haberse celebrado sin autorización ni conocimiento del General en Jefe ni de este Cuartel General, corrigiendo de paso cuantos defectos notare usted en la organización de la referida Brigada.[14]
En carta al Brigadier Esteban Tamayo, jefe del heroico Regimiento Céspedes, el 24 de abril de 1896, refiriéndose a una falta grave de uno de los coroneles, Maceo expresa:
(…) he resuelto dirigir a usted la presente para que me remita, cuanto antes le sea posible, los datos relativos a ese particular para proceder con toda energía, pues estimo tan saludable como premiar el mérito, castigar las faltas y delitos, especialmente de aquellos que afecten la moral y la disciplina del ejército. (…)[15].
Otra de las cualidades importantes en Maceo, que demuestra como su pensamiento político percibe el peligro que representa para Cuba contraer deudas con los Estados Unidos de Norteamérica, es un reflejo temprano del antiimperialismo que caracteriza como identidad a los cubanos dignos. Así se demuestra en carta que dirigiera al coronel Federico Pérez Carbó, del 14 de julio de 1896, cuando expresa:
De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado, y sería indigno que se pensase en otra cosa. La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide: mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos. Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso[16].
Antonio Maceo y Grajales es un extraordinario político, además de un combatiente enérgico, profundamente valiente y gran estratega militar, que se destacó en los combates con éxitos, saliendo invicto en un gran número de ellos y para la propia sorpresa del ejército español, quienes superaban en números de soldados y armamentos, a pesar de las múltiples heridas recibidas en su cuerpo por lo que le mereció el honroso título del Titán de Bronce. Dominó la provincia Oriental e invadió Camagüey. Dirigió las operaciones en Pinar del Río como parte de la invasión de Oriente a Occidente. A fines de 1895 entró en La Habana y obligó a Martínez Campos a retirarse. Muere combatiendo por la libertad de su amada patria el 7 de diciembre de 1896, en Punta Brava, en la denominada acción de San Pedro.
Las cualidades que caracterizan el pensamiento político de Antonio Maceo y Grajales lo engrandecen tanto como sus acciones y tienen para todos los tiempos una vigencia incalculable y una gran significación para todas las generaciones de cubanos/(as) del presente y del futuro.
En esta aproximación al pensamiento político de Maceo, se destacan como cualidades, las siguientes:
Cualidades del pensamiento político de Antonio Maceo y Grajales.
- La fidelidad a la Patria (patriotismo, amor a la patria).
1.1 Civismo
1.2 La identidad nacional.
1.3 Conciencia política del momento histórico.
1.4 Concepción acerca de los conflictos, problemas y contradicciones epocales.
- La ética en su pensamiento y en cada una de sus acciones.
2.1 Principios morales.
2.2 Intransigencia revolucionaria en defensa de los principios.
2.2 La independencia y soberanía no se negocian con el enemigo.
2.4 El honor, la honradez, la responsabilidad y la participación ciudadana.
2.5 El amor al trabajo.
- Sentido de la disciplina militar.
3.1 Respeto a las instituciones y al orden jurídico de la República en Armas.
3.2 Amor a la libertad y a la justicia.
3.3 Sensibilidad humana.
3.4 Cualidades de líder militar y disposición combativa.
3.5 Sentido del deber.
3.6 Alto sentido del papel del pueblo en la lucha
3.7 Reconocimiento del mérito de los combatientes y otros jefes militares y
políticos.
3.8 La capacidad de organización en y para la contienda bélica.
- Curiosidad por la cultura.
- Amplia visión humanista.
. 6. Vínculo entre el “decir” y el “hacer”.
- Repudio a todo acto de vanidad e hipocresía hacia la Patria.
- Fortaleza de espíritu y de cuerpo.
- El valor, el arrojo.
- Inteligencia excepcional.
- Vocación de servicio y autoeducación fraguada en el combate.
- Sentido de la cooperación y el orden.
12.1 Coordinación y unidad en los planes guerreros.
- El antiimperialismo.
- El antirracismo.
Bibliografía
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- Diccionario Filosófico, 1984.
- Ubieta Gómez, Enrique. Ensayos de identidad. La Habana: Ed. Letras cubanas, 1993.
- Vitier, Cintio. Cuadernos Martianos I, II, III, IV. Ciudad de La Habana: Ed. Pueblo y Educación, 1997
[1]Maceo, Antonio. Carta al Coronel Federico Pérez Carbó. El Roble (Pinar del Río), julio 14 de1896. En Ideología política, cartas y otros documentos. Vol. II. La Habana: Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, 1952. p 301- 302.
[2]Marx, C. Tesis sobre Feuerbach. En Marx, C. y Engels, F. OE en dos tomos, t II. Moscú: Ed Progreso, 1990. p 403
[3] Engels, F. Ludwig Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana. En Obras Escogidas en 3 tomos, tIII. Moscú: Ed. Progreso, 1974.p 385
[4] Ibídem. p 387
[5]Rossental, M. y Iudin, P. Diccionario Filosófico, La Habana: Ed. Política, 1984. p 333
[6] Engels, F. Ludwig Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana. En Obras Escogidas en 3 tomos, tIII. Moscú: Ed. Progreso, 1974.p 385
[7] Marx, C. Contribución a la crítica de la Economía política. La Habana: Ed. Ciencias Sociales, 1975. P 10
[8]Marx, C. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. La Habana: Ed. Pueblo y Educación, 1975. p 76
[9] Engels, F. Carlos Marx. En Marx, C. y Engels, F. OE en tres tomos, t III. Moscú: Ed. Progreso. 1974.. p 86
[10]Engels, Federico. Carta a José Bloch fechada en Londres en septiembre de 1890. En C. Marx y F. Engels: Obras escogidas en tres tomos, t.3. Moscú: Ed. Progreso, 1974. p515
[11] Maceo, A. Carta a María Cabrales, marzo de 1895. En Ideología Política. La Habana: Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, Vol. II, 1952. p17-18
[12] Ibídem. Carta a Enrique Trujillo, con fecha 28 de marzo de 1895. p23
[13] Ibídem. Carta al General Martínez Campos con fecha 16 de julio de 1895. p 44-45
[14] Maceo, A. En carta al Brigadier Luis Feria, con fecha 31 de diciembre de 1895. En Ideología Política. La Habana: Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, Vol. II, 1952. p 187
[15]Maceo, A. carta al Brigadier Esteban Tamayo, jefe del heroico Regimiento Céspedes, el 24 de abril de 1896. P240
[16] Ibídem. Carta al coronel Federico Pérez Carbó, del 14 de julio de 1896. p 301-302