Panel realizado en el Palacio de Convenciones, durante la celebración de la IV Conferencia Internacional Por el equilibrio del mundo.
30 de enero de 2019
Si hay algo que puedo decir es que tuve el privilegio de estar muy cerca de Fidel en muchas ocasiones, de contar con su apoyo. En un momento difícil de mi vida, me pude reunir con él en casa del Capitán Antonio Núñez Jiménez, quien fue Presidente de la Academia de Ciencias y contarle algunas de las situaciones que afrontamos los intelectuales en los años setenta, por la incomprensión de algunos sietemesinos burócratas que no pudieron interpretar la verdadera política cultural del país, que era la que diseñó Fidel Castro y entonces se cometieron errores e injusticias insalvables.
Tuve la oportunidad y el privilegio de poder conversar largas horas con él. Un día por la mañana, en un desayuno, le conté todo, porque yo le dije: “estoy aquí como si estuviera ante el Papa, porque usted es el que hizo esta Revolución y esto tiene que salvarse y estos errores tienen que ser superados porque si no, vamos a la quiebra”. Y él me escuchó, tuve esa satisfacción plena. Y después en una ocasión estaba yo por supuesto durmiendo a las tres de la mañana y me llamó y me preguntó ¿qué yo estaba haciendo? Eso es lo que mi nieto me pregunta cada vez que llama por teléfono ¿Qué estás haciendo abuelo? Y yo le respondo a mi nieto, “estoy pensando en ti, estoy jugando a las cartas, estoy tratando de llamarte y no te puedo llamar”, cualquier cosa. Y yo no le dije a Fidel que estaba durmiendo, porque ¿cómo voy a decirle a Fidel que yo estaba a las tres de la mañana durmiendo? Si él no dormía, porque nos consta a Abel y a mí.
Un día llegamos con un pintor italiano que vino a Cuba y que quiso hacerle un cuadro a Fidel, un retrato que finalmente hizo porque era un italiano y los italianos son muy tozudos, muy persistentes y nos cayó arriba. Y Fidel estaba haciendo ejercicios con unos tenis grandísimos aquí en Palacio y nosotros llegamos con el italiano, que yo lo busqué estaba sentado en el muro del malecón, lo busqué por toda La Habana hasta que lo encontré sentado en el malecón con una muchacha muy bonita y le dije: “La muchacha no puede venir, tú tienes que venir conmigo porque vamos a una reunión importante” y entonces nos reunimos con él y estuvo con una paciencia benedictina, posándole a aquel italiano que le hizo algunos cuadros importantes, y mientras posaba, nosotros hablando de literatura, de filosofía…
Fidel era un artista, un escritor, un hombre de una gran sensibilidad. Y tenía también una visión del futuro extraordinaria, nos enseñó a ver la vida y las circunstancias políticas del planeta con luz larga. Él iba hacia adelante, y después venía y nos contaba lo que iba a pasar. Recuerdo que se adelantó al derrumbe o al desmerengamiento de la Unión Soviética mucho antes de que ninguno de nosotros pensara que aquel sistema socialista tan acendrado, y tan fuerte, iba a desaparecer en pedazos. Por suerte ahora tenemos a Putin ahí que está tratando de salvar algunos valores que se perdieron y por lo menos es un enemigo directo del narcisista, que tenemos allá en la Casa Blanca desgraciadamente y que está haciendo un daño infinito como ustedes bien saben.
Yo creo que Fidel, yo apunté aquí que Fidel había cruzado el rubicón, como lo cruzó Julio César sin permiso del Senado, pero bueno el Senado era pequeñito en comparación con el Imperio. Fidel cruzó el rubicón sin permiso del Imperio y superó a más de 10 presidentes de Estados Unidos. Nos enseñó muchas cosas. Fidel nos enseñó a ser antimperialistas; yo nunca fui ni en mi juventud ni en mi adolescencia…, ni leí un libro de Marx ni de Lenin, ni nada de eso. Todavía me cuesta trabajo entender la Ley de la negación de la negación, me la tienen que volver a explicar todos los días, pero bueno, me leí el primer capítulo de El Capital y de verdad es un libro muy poético como decía Alfredo Guevara. Fidel nos enseñó a ser antiimperialistas, profundamente antiimperialistas, porque Fidel siguió el legado que heredamos todos los cubanos del cubano mayor, del cubano más grande, de ese misterio que nos acompaña, como dijo Lezama Lima, que es José Martí. Efectivamente yo tuve el privilegio de nacer el 28 de enero a las 10 p.m., que creo que fue la misma hora en que nació José Martí, pero bueno desgraciadamente no tengo la altura de José Martí, aunque si soy un devoto admirador de su obra, sobre todo de su poesía y de esa extraordinaria hazaña que hizo creando un Partido Revolucionario, uno solo porque no hacían falta dos, uno solo para unir a los revolucionarios de 1868. Y con este solo partido ganamos la guerra y con este solo Partido Comunista de Cuba estamos ganando la guerra de hoy. Y Fidel es el gran heraldo contra el neoliberalismo. Nadie ha luchado más contra el capitalismo y el neoliberalismo que Fidel Castro Ruz. Por eso cada día lo necesitamos más.
La muerte fue injusta, ingrata con José Martí porque fue asesinado en plena campaña a los 42 años. Fue más condescendiente con Fidel, porque Fidel nos duró hasta los 90 años, eso hay que agradecérselo a Dios porque realmente hasta el último momento, y en los últimos días de Fidel, Abel y yo tuvimos conversaciones en su casa. Siempre aquella lucidez nos dejaba perplejos. Las Reflexiones de Fidel, esos tres o cuatro tomos de reflexiones de Fidel a la edad de ochenta y pico y casi noventa años, son ejemplo de un pensamiento verdaderamente profundo. Porque era el pensamiento de un hombre que había estudiado, que había estudiado la obra de Martí, que había estudiado a Marx, que había estudiado a la filosofía, al idealismo, que era un gran gramsciano también. Él decía que la verdad como dijo Gramsci era —y siempre será— revolucionaria y tenemos que defender la verdad frente a los fake news y a toda la farsa ahora de la comunicación y a todo lo que está ocurriendo en las redes sociales.
Recientemente escuché con gran satisfacción una maravillosa conferencia de Ignacio Ramonet sobre los nuevos medios, sobre los influenciadores. Ya el señor Trump tiene 80 millones de seguidores en Twitter, mientras que los periódicos Washington Post y New York Times tienen mucho menos. Es increíble que los influenciadores sean más importantes que la prensa, y que la verdad no se imponga, y si no se impone la verdad no habrá libertad, y si no hay libertad no hay justicia. Entonces estamos viviendo momentos muy difíciles, por eso Fidel es cada vez más necesario. Como él dijo: Martí fue el autor intelectual del Moncada, pero también Fidel es el cimarrón más aguerrido de la contemporaneidad. Nadie pudo con él, venció todos, todos los intentos de asesinato, todos los intentos de secuestro, lo venció todo. Tenía un poder único que hechizaba a todos. Hoy más que nunca, Fidel es el mayor obstáculo que tiene el noeliberalismo para imponerse en el mundo.
Pero para terminar quiero decir que tuve el privilegio de estar entre los 33, ¿cuántos éramos en la Comisión de la Constitución? 33. ¡Ah, mira, teníamos un número bonito, 33. Para los Masones, es un número simbólico. Entre esos 33 discutimos aspectos muy importantes de la nueva Constitución que se va a imponer aquí, que se va a aprobar, porque le vamos a dar un sí rotundo todos los cubanos el 24 de febrero en el Referendo. Esa Constitución que es una Constitución moderna, es una Constitución liberada de todos los prejuicios de las Constituciones anteriores de 1901 y la del 40 que fue también una Constitución muy valiente y muy aguerrida y muy positiva para aquel momento histórico. Pero esta la supera, porque esta es una constitución que se basa en los derechos humanos, en defender los derechos humanos, en ir contra todo tipo de discriminación: racial, sexual, de género, de religión, de creencias incluso. Tenemos que saber convivir con personas que no piensan como nosotros totalmente, pero que tienen una vocación progresista, una vocación de justicia y entonces en ese sentido yo creo que va a demostrar la vigencia de Fidel, la vigencia del pensamiento de Fidel cuando se proclame nuestra nueva Carta Magna. La Carta Magna que se va a aprobar ahora el 24 de febrero en el Referendo, porque ahí está, ahí está Fidel de pies a cabeza, en toda su dimensión.
En una ocasión en Casa de las Américas hace muchos años, casi 20 años…, siempre Eusebio me cita, cosa que me honra muchísimo y me llena de alegría porque una cita de Eusebio es algo que queda en la historia. Yo vengo de una familia pequeño-burguesa, mi tío-abuelo fue Presidente de la República, pero yo me burlo de todo eso porque soy un poeta, a mí todo eso me parece una tontería. Tengo fotos en mi casa de Batista con mi abuelo en el año 35, figúrense ustedes, Batista con toda aquella cosa, la gorra, todo lleno de medallas y mi abuelo, que cada día me voy pareciendo más a él, en ese momento el Jefe del Ejército era Batista y era el que mandaba, el que ponía y quitaba; y mi tío-abuelo era un hombre decente que hablaba como cinco idiomas y fue Secretario de Estado que es lo que hoy es el Ministro de Relaciones Exteriores y entonces lo colocaron ahí en la presidencia pero él no robó, no robó. Vivía en un penthouse en la calle G y cuando terminó la presidencia se fue para su casita con su mujer francesa y vivió ahí hasta que se murió en el año 45 y yo que nací en el 40 no pude tratarlo. Pero bueno vengo de esa clase social y mi destino era irme para Estados Unidos. Pero en aquella ocasión en la Casa de las Américas, Fidel nos preguntaba y cada uno hizo un testimonio de por qué vivíamos en Cuba, de por qué nos habíamos quedado. Y cuando Fidel me preguntó, yo le dije, yo no me quedé Comandante, yo me fui quedando. Me fui quedando, pero, ¿por qué me fui quedando? Porque fui viendo que aquel hombre estaba vindicando y revindicando los valores más auténticos de la cultura cubana, defendiendo la dignidad, defendiendo el legado martiano, acabando con la corrupción, con la prostitución, confiscando los grandes consorcios norteamericanos que nos oprimían aquí y que trataban de imponerse a través de la Embajada Americana y entonces me fui quedando, me quedé y estoy aquí; no por Marx ni por Lenin, por Fidel Castro.