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El debate entre el plan y el mercado en el socialismo: su importancia y actualidad.

Por: José Luis Rodríguez

I

El triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en uno de los países capitalistas más atrasados de entonces, planteó por primera vez en la historia los problemas que debía enfrentar la construcción del socialismo en condiciones muy diferentes a las que habían previsto los clásicos del marxismo en el siglo XIX.

Efectivamente, en sus estudios sobre Economía Política Marx y Engels habían concebido la transición al comunismo como una consecuencia del desarrollo capitalista, cuya contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado de su apropiación, provocaría –mediante la lucha revolucionaria- el advenimiento de una sociedad superior, con un período de transición socialista,2 tal y como fue descrito por Carlos Marx y Federido Engels.

En esa transición, las relaciones monetario-mercantiles y el mercado irían desapareciendo en la medida que la sociedad pudiera reconocer directamente el carácter social del trabajo, una posibilidad que sería congruente con el alto desarrollo alcanzado por el capitalismo que se presuponía como base de las transformaciones previstas entonces.3

Sin embargo, no fue ese el escenario que tendría que enfrentar Lenin para iniciar la construcción del socialismo, donde –luego de la derrota militar de la contrarrevolución en la guerra civil, a la altura de 1921- se debió asegurar primero la sobrevivencia, en medio de la dura realidad de Rusia que era un país capitalista muy atrasado, con una economía predominantemente campesina y devastado por la guerra.

A lo anterior debe añadirse que la lucha del Ejército Rojo para derrotar la contrarrevolución había forzado el empleo de métodos militares de conducción de la economía para asegurar la victoria de los bolcheviques. La experiencia del llamado comunismo de guerra implementado como política durante el conflicto, había conllevado la requisa forzosa de alimentos y otros bienes, así como la supresión de las relaciones monetario-mercantiles, instaurando la medición y asignación de los recursos materiales directamente. Esta circunstancia –explicable solo en condiciones extraordinarias- llevó a que –idealistamente- el II Congreso de los Consejos de la Economía de Toda Rusia se pronunciara a favor de la abolición definitiva del dinero en diciembre de 1918.4

Con la implementación de la Nueva Política Económica (NEP) bajo la dirección de Lenin a partir de 1921 –en medio de duras críticas de aquellos que vieron en sus posiciones un retroceso para la revolución- se logró, no obstante, restaurar las condiciones para el funcionamiento de la naciente economía soviética mediante el reconocimiento al papel que debían jugar entonces las relaciones capitalistas de producción, con el objetivo de asegurar la sobrevivencia indispensable de la población y del modelo socialista en ciernes.

En un dramático discurso de octubre de 1921, Lenin describiría la situación de la forma siguiente: “Calculábamos (…) que con órdenes directas del Estado proletario podríamos organizar al modo comunista, en un país de pequeños campesinos, la producción estatal y la distribución estatal de lo producido. La vida nos ha hecho ver nuestro error. Han sido necesarias diversas etapas transitorias –el capitalismo de Estado y el socialismo- para preparar el paso al comunismo con el largo trabajo de una serie de años. Esforzaos por construir al comienzo sólidos puentes que, en un país de pequeños campesinos, lleven al socialismo a través del capitalismo de Estado, no basándonos directamente en el entusiasmo sino en el interés personal, en la ventaja personal, en la autogestión financiera, valiéndonos del entusiasmo engendrado por la gran revolución. De otro modo no os acercareis al comunismo, no llevaréis a él a decenas y decenas de millones de hombres.”5

A partir de la implementación de la NEP, se intensificó  el debate en torno a la vigencia de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, así como la relación entre plan y mercado, en numerosas polémicas entrelazadas con la discusión sobre el proceso de industrialización en la URSS.

En relación al primer tema, dos posiciones se definieron rápidamente. Por una parte, la de aquellos economistas como Eugenio Varga y Gleb Khrizanovsky que se pronunciaron a favor de la medición de los fenómenos económicos en términos naturales. Por otra parte,  economistas como V. A. Bazarov, S. Strumilin, Vladimir Grosman y Victor Novozhilov, comenzaron a interpretar el mercado como un mecanismo particular del plan.

Realmente, no se profundizó lo suficiente para comprender las razones esenciales que explicarían la existencia objetiva del mercado en el socialismo. Como certeramente plantearía W. Brus, prevalecía “…la opinión de que existía una contradicción entre socialismo y economía de mercado, y entre plan y cualquier forma de mercado. El pensamiento económico comunista, especialmente después de la revolución, estuvo dominado por el convencimiento de que el progreso en la construcción del socialismo estaba inseparablemente ligado al desarrollo de un sistema de gestión de la distribución “natural”, en el cual todos los elementos de proceso de reproducción fueran determinados hasta los mínimos detalles por el plan.”6

Ante la ausencia de condiciones para formular explicaciones de mayor rigor científico, comenzaron a predominar opiniones como la expresada por el destacado economista Eugenio Preobrazensky que concluyó que la existencia de las relaciones mercantiles en el período de transición se debía a la existencia de diferentes formas de propiedad, pero no pudo explicar la presencia de estas relaciones en el propio seno de la propiedad estatal. En esas circunstancias consideró que esas relaciones tenían un carácter puramente formal al plantear: “Las relaciones de mercado en el campo de la propiedad estatal no se derivan de la ley inmanente del desarrollo y de la estructura de la economía estatal misma: tienen un carácter formal y han sido impuestas a la economía estatal desde el exterior.”7

Junto a las intensas discusiones sobre el camino a tomar para la industrialización del país, los debates sobre la planificación y el mercado cesarían también abruptamente a finales de la década de los años 20, cuando la política seguida por J. Stalin cerró todo espacio a la discrepancia y la discusión realmente científica de los temas económicos a partir del desarrollo de la colectivización forzosa en la agricultura desde el otoño de 1929 y de la represión implementada durante los años 30.

De otra parte, el desarrollo de la planificación estuvo determinado en buena medida por la forma en que se interpretaron las relaciones monetario-mercantiles durante muchos años, fenómeno que explica la prevalencia de los balances materiales como base del plan desde entonces y la extendida opinión de que el mercado podía controlarse mediante decisiones de carácter administrativo solamente.

Solamente hubo algunos intentos de incluir indicadores monetarios por parte del Comisario de las Finanzas de la URSS y el presidente del Banco del Estado en la reforma financiera de 1922-1923. Igualmente se desarrolló la búsqueda de nuevas técnicas para proyectar los planes elaborados entonces por economistas como Vasily Leontiev, Nicolai Kondratiev y Gregor Feldman. Los trabajos de Leontiev –una vez que emigró a Occidente- permitieron desarrollar la teoría del insumo-producto a partir de 1938,8 mientras que en 1939 ya Leonid Kantorovich sería en la URSS uno de los creadores de la programación lineal.9 Otros aportes a la economía matemática fueron desarrollados por los académicos Victor Novozhilov10 y Vassily Nemchinov.

No obstante, puede decirse que ninguno de estos trabajos impacto significativamente en el desarrollo de la planificación socialista y sus autores tuvieron que enfrentar prejuicios que consideraban que la aplicación de las matemáticas a la economía era una técnica burguesa.  Por otro lado, no debe sorprender que en las complejas circunstancias de los años 30, las primeras polémicas sobre la utilidad de la planificación como un instrumento válido para lograr el desarrollo económico tuvieran lugar fuera de la URSS.

En efecto, la discusión en torno al criterio de que la lógica del mercado era superior a cualquier plan condujo a fuertes debates en los medios académicos occidentales, en el que se destacaron en defensa del mercado diversos economistas de la escuela neoclásica. La refutación argumentada frente a las tesis de autores como Ludwig Von Mises y Friedrich Von Hayek, que planteaban que la planificación nunca sería igual de eficiente que el mercado, se produjo por los economistas Oskar Lange11 y Abba Lerner entre 1936 y 1937, los que demostraron -mediante el método de prueba y error- que una oficina de planificación podría asignar recursos con la misma eficiencia del mercado, dando pie a la tesis de lo que posteriormente se conocería como el socialismo de mercado.12

La polémica acerca del papel del mercado en el socialismo continuaría en los medios académicos occidentales mayormente y no sería hasta 1952 en que Stalin publicó bajo su firma el conocido ensayo “Los problemas económicos del socialismo en la URSS”, donde asumiría nuevamente una interpretación sobre las relaciones monetario-mercantiles en la URSS muy similar a la expuesta por Preobrazensky en 1926, pero sin reconocer a su autor original.

De este modo, no se lograría una interpretación coherente de las razones que llevaban a la existencia de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo hasta que –en medio de los debates en torno a la reforma económica en la URSS, a mediados de los años 60- surgió una explicación claramente más apropiada.

Transcurrieron así alrededor de 40 años en los que no se logró entender –sobre una base científica- la naturaleza del mercado en el socialismo, lo que trajo como consecuencia que la interpretación del mismo como una “formalidad” en el seno de la propiedad estatal condujera a las tesis más arbitrarias y subjetivas sobre el manejo de las relaciones monetario-mercantiles en los países socialistas, generando errores de muy graves consecuencias al imponerse el manejo administrativo y discrecional del mercado. Puede decirse que el desconocimiento de la esencia de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo formaría parte de los factores que contribuyeron al fracaso del llamado socialismo real en Europa.13

II

 

Actualmente es generalmente aceptado que la presencia objetiva del mercado en el socialismo, está relacionada con el insuficiente nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y el aislamiento económico relativo que se manifiesta entre los productores, aun en los marcos de la propiedad social sobre los medios de producción. En efecto, la existencia de las relaciones monetario-mercantiles en la construcción del socialismo puede explicarse a partir de la permanencia de la división social del trabajo, así como el insuficiente nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y –por tanto- de la imposibilidad de lograr una expresión directa del carácter social del trabajo, lo que ocasiona la presencia de un aislamiento económico relativo entre los productores, que, aún sin que exista la propiedad privada sobre los medios de producción, deben confrontar a través del mercado la utilidad social de su trabajo, que aparece entonces como indirectamente social.

 

Es posible así entender cómo la creación de una propiedad social mayoritaria, a través de la nacionalización de los medios de producción, es condición necesaria pero no suficiente para lograr que se planifique -y se logre- la satisfacción de las necesidades de la sociedad de forma directa. Pero alcanzar este objetivo requiere de ciertos requisitos esenciales.

Por una parte, se demanda un elevado nivel de desarrollo que permita disponer de los recursos materiales, así como de los niveles de conocimiento y procesamiento de la información necesaria para alcanzar la toma de decisiones eficientes por parte de la planificación, contando para ello con la participación consciente de los miembros de la sociedad.

Por otra parte, no puede ignorarse que en el plano sociopolítico, el pueblo llega al triunfo de la revolución después de siglos de prevalencia del egoísmo y los intereses individuales, que alcanzaron la más elevada expresión del éxito social a través de la propiedad privada de los medios de producción y la explotación del trabajo ajeno en el capitalismo. La implantación de la propiedad social sobre los medios de producción significa también y sobre todo, una ruptura con el orden establecido y –al mismo tiempo-  una raigal transformación de la mentalidad del ser humano que debe aprender a conjugar, en un período de tiempo históricamente breve, sus intereses individuales con los intereses de toda la sociedad.

Sin embargo, el hecho de que durante la transición al socialismo no haya sido posible eliminar a corto plazo las condiciones objetivas que engendran la producción mercantil y las categorías mercantiles, unido a la complejidad que supone un profundo cambio de mentalidad en los individuos, refuerza en ellos la noción del carácter natural y permanente que durante siglos ya tenía la producción de mercancías.

De tal modo, en el proceso de construcción del socialismo la sociedad tiene que lidiar con la contradictoria relación entre los intereses individuales, que prevalecen en las relaciones de mercado y los intereses sociales que están representados en la regulación consciente de la sociedad a través de la planificación. El manejo adecuado de esa contradicción es muy complejo. Por un lado, no cabe admitir el libre juego de las fuerzas del mercado, partiendo de la falsa premisa de su carácter no contradictorio con el socialismo. Por otro lado, no es posible regular administrativa y discrecionalmente la acción del mercado, dando paso al voluntarismo en el manejo de la economía.

Se requiere tiempo y mucho esfuerzo para un acercamiento a la solución de este problema, que radica en la creación de un marco de actuación y regulación económica del mercado, partiendo del principio de su acción subordinada a los intereses de toda la sociedad.

De ahí que en nuestras condiciones se haya planteado en el proyecto de Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, que “No se permite la concentración de la propiedad y la riqueza en personas naturales o jurídicas no estatales, conforme a lo legislado, de modo consecuente con los principios de nuestro socialismo.”,  y también que “El sistema de dirección planificada de la economía tiene en cuenta la vigencia de las relaciones de mercado, regula el accionar de sus leyes y limita los espacios de su actuación, de modo que las leyes del mercado no ejercen el papel rector del Modelo.”14

Parejamente debe desarrollarse la planificación, tomando en cuenta –como señalara el Che- que “…la planificación centralizada es el modo de ser de la sociedad socialista y su categoría definitoria y el punto en que la conciencia del hombre alcanza, por fin, a sintetizar y dirigir la economía hacia su meta, la plena liberación del ser humano en el marco de la sociedad comunista.”15

Teniendo en cuenta todo lo anterior, resulta evidente que el bajo nivel de desarrollo relativo alcanzado por la economía cubana, así como la baja efectividad del sistema de dirección de la economía, impone significativos desafíos al adecuado manejo de la planificación y el mercado, especialmente en lo referido a conjugar las decisiones políticas que presupone la planificación centralizada a nivel macroeconómico, con la necesaria optimización de las decisiones microeconómicas, que no es posible asegurar desde un centro socioeconómico único, evitando –o al menos reduciendo- las contradicciones que emergen en la toma de decisiones a los diferentes niveles del gobierno en la sociedad socialista.

No obstante, a lo largo de nuestra historia económica revolucionaria en no pocas ocasiones el desconocimiento de limitaciones materiales y las dificultades para lograr los cambios de mentalidad en la población, provocaron serios desajustes en el funcionamiento eficiente de la economía nacional.

Un debate público16 sobre las vías para la construcción del socialismo -que se adelantó a su tiempo entre 1963 y 1964- colocó como uno de los ejes de la discusión el tema de las relaciones monetario-mercantiles y la planificación, en las condiciones particulares de la transición al socialismo en Cuba.

Las tesis del Che en estas discusiones llamaron la atención sobre un aspecto poco abordado hasta entonces, que era el referido a las consecuencias del uso de las categorías mercantiles sobre la mentalidad de la población y la conciencia social en la construcción del socialismo, otorgándole un peso determinante a la formación de los valores de la solidaridad social, en contraposición a los intereses propios de la sociedad mercantil, en lo que el Che alcanzó a sintetizar en su concepto del hombre nuevo. De ahí que señalara “La tendencia debe ser, en nuestro concepto, a liquidar lo más vigorosamente posible las categorías antiguas entre las que se incluye el mercado, el dinero y, por tanto, la palanca del interés material o, por mejor decir, las condiciones que provocan la existencia de las mismas. Lo contrario haría suponer que la tarea de la construcción del socialismo en una sociedad atrasada, es algo así como un accidente histórico y que sus dirigentes, para subsanar el error, deben dedicarse a la consolidación de todas las categorías inherentes a la sociedad intermedia, quedando sólo la distribución del ingreso de acuerdo al trabajo y la tendencia a liquidar la explotación del hombre por el hombre como fundamentos de la nueva sociedad, lo que luce insuficiente por sí solo como factor del desarrollo del gigantesco cambio de conciencia necesario para poder afrontar el tránsito…”17

En estas reflexiones el Che tomaba muy en cuenta que la presencia de las categorías mercantiles no solamente imponía determinadas complejidades al manejo de la economía, sino que también –de forma muy significativa- influían en el carácter de las relaciones sociales de producción en la construcción socialista. De ahí la importancia de la formación de valores en la sociedad que se transformaba, de una conciencia social diferente. Decía el Che: “En nuestra posición, el comunismo es un fenómeno de conciencia y no solamente un fenómeno de producción; y que no se puede llegar al comunismo por la simple acumulación mecánica de cantidades de productos puestos a disposición del pueblo.”18

Nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, que coincidió con el Che en su apreciación de temas esenciales para la construcción socialista en nuestro país, destacaría como en el socialismo la política debía tener prioridad, subrayando ya en el I Congreso del Partido Comunista de Cuba al referirse al sistema de dirección de la economía que “… ningún sistema en el socialismo puede sustituir la política, la ideología, la conciencia de la gente; porque los factores que determinan la eficiencia en la economía capitalista son otros que no pueden existir de ninguna manera en el socialismo, y sigue siendo un factor fundamental y decisivo el aspecto político, el aspecto ideológico y el aspecto moral.”19 Por otra parte, Fidel no pasó por alto el enorme entrelazamiento entre la economía y la política cuando afirmó en el año 2003: “…no hay economía sin política, ni política sin economía.”20

El enorme desafío a que se enfrenta la sociedad cubana actual para avanzar en su camino hacia el desarrollo económico y social, manejando adecuadamente la relación entre economía y política, supone no solamente ganar claridad sobre el papel del mercado, así como la gestión basada en la propiedad privada y cooperativa en su relación con la propiedad social, sino que también es preciso comprender las implicaciones sociales que este fenómeno conlleva. De tal modo, será preciso no solamente afinar los mecanismos para regular los efectos económicos de las relaciones monetario-mercantiles en nuestra realidad, sino que se impone una acción consciente que permita neutralizar los efectos perversos del mercado en términos de la diferenciación social a la que se asocia, la concentración de riquezas que promueve, así como los impactos de la mercantilización en las diversas esferas de las relaciones sociales en la actualidad, entre otros fenómenos negativos, al tiempo en que se desarrollan los elementos esenciales de la ética socialista, particularmente en la educación de las nuevas generaciones.

Como nos muestra la experiencia histórica los errores que pueden cometerse de no tomarse en cuenta las contradicciones que están presentes en la transición al socialismo, pueden ser muy costosos. Tal y como señalara Fidel el 17 de noviembre del 2005 “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra.”21

La lucha que conlleva la construcción del socialismo cubano se desarrolla en medio de una batalla ideológica entre la cultura del capitalismo y la cultura socialista. El ámbito de la economía no es ajeno a esta batalla y las enseñanzas de Fidel y el Che en este sentido deben ser tomadas muy en cuenta en nuestro actuar cotidiano, para junto a la lucha por un socialismo prospero y sostenible, también alcancemos a crear el hombre nuevo, con una conciencia del trabajo como parte de la realización plena de su personalidad, con una cultura superior, poseedor de un patriotismo infinito y profundamente solidario con sus semejantes.

 

NOTAS 

1 Para la elaboración de este trabajo el autor se basó parcialmente en su libro “El derrumbe del socialismo en Europa” 2ª edición, Ruth Casa Editorial y Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2016.

2 “Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado.” Carlos Marx Critica del Programa de Gotha, Carlos Marx Federico Engels Obras Escogidas en Dos Tomos, Editorial Progreso, Moscú, p. 24.

3 “En el seno de una sociedad colectivista, basada en la propiedad común de los medios de producción, los productores no cambian sus productos; el trabajo invertido en los productos, como una cualidad material, inherente a ellos, pues aquí, por oposición a lo que sucede en la sociedad capitalista, los trabajos individuales no forman ya parte integrante del trabajo común mediante un rodeo, sino directamente.” Ibid. p. 14-15.

4 Sobre los aspectos iniciales del desarrollo de la URSS, puede consultarse del autor “El derrumbe del socialismo en Europa” ya citada, capítulo V. También se recomienda de Wlodzimierz Brus “El funcionamiento de la economía socialista” Ediciones Oikos-Tau, Barcelona, 1969, capítulo II y de Alec Nove “Historia Económica de la Unión Soviética”, Alianza Editorial, Madrid, 1973, capítulos I al IV.

5 Ver el discurso de Lenin “Con motivo del IV aniversario de la Revolución de Octubre” en Obras Escogidas en Tres Tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1961, tomo III, p. 688.

6 Ver Brus, Op. Cit. p. 60.

7 Citado por Brus, Op. Cit. p. 68.

8 Leontiev recibió el Premio Nobel de Economía en 1973.

9 Kantorovich ganó el Premio Nobel de Economía en 1976 junto al norteamericano T. C. Koopmans.

10 De este autor puede verse su libro “La medición de los gastos y sus resultados en una economía socialista” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.

11 Ver de Oscar Lange “Economía Política” Publicaciones Económicas, La Habana, 1966 y de Oscar Lange et. al. “Problemas de la economía política del socialismo” Publicaciones Económicas, La Habana, 1966

12 La crítica de Von Hayek se centraría especialmente, en la imposibilidad de manejar en el plan toda la información necesaria para tomar decisiones eficientes. No obstante, la aparición de las computadoras y métodos estadísticos más modernos años después, plantearían un fuerte desafío crítico a las tesis de Von Hayek. Un análisis resumido de estos debates puede verse en el libro de A. Zimbalist, H. J: Sherman y S. Brown “Comparing Economic Systems”, Harcourt Brace Jovanovich Publishers, New York, 1984.

13 Sobre esto puede ampliarse en José Luis Rodríguez, Op. Cit. capítulo V.

14 Ver  7º Congreso del PCC “Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialissta” (Abril 2016), párrafos 104 y 211.

15 Ver de Ernesto Che Guevara “La planificación socialista, su significado” en El gran debate sobre la economía en Cuba 1963-1964 p. 148.

16 Ver de Ernesto Che Guevara “El gran debate sobre la economía en Cuba 1963-1964” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004.

17 Ver de Ernesto Che Guevara “Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento” Ibid. p. 81.

18 Ver de Ernesto Che Guevara “Apuntes críticos a la Economía Política” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006, p. 270.

19 Ver “Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba. Informe Central” Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1978, p. 113.

20 Ver Fidel Castro, Discurso del 29 de enero del 2003 en www.cuba.cu/gobierno/discursos

21 Ver Fidel Castro Discurso pronunciado el 17 de noviembre del 2005 en la Universidad de La Habana en www.cuba.cu/gobierno/discursos

 

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6 comentarios

  1. Disculpen.Es necesario después de tan colosal empeño, mejorar la conectividad y velocidad de la transmisión de datos.Gracias.

  2. mientras las sociedades o sectores sociales no tengan acceso pleno a Internet o Intarnet será complicado hablar de desarrollo pues esta es una herramienta hoy imposible de ignorar o de no implementar cuando se pretende alcanzar el desarrollo para una sociedad toda… por otro lado debemos tener claro que el socialismo no ha de ser cosa de un Partido sino de una sociedad. es decir mientras la economía este diseñada para sostener X partido en el poder por más que este pretenda será complicado palpar encontrar el desarrollo económico para la sociedad… en fin mientras debamos coexistir con reglas donde sea posible la no inclución pleno y constante de las minorias el desarrollo no pasara de ser un Genial Discurso…

  3. Muy de acuerdo contigo, msurd. Es por esa razón que desde muy temprano en Cuba se comenzó a mirar con luz larga esa realidad tecnológica y hasta se fabricaron computadoras, aquellas grandes de discos y lectores de tarjetas, y otros periféricos, se comenzó también muy tempranamente el aprendizaje de la computación, tanto en la enseñanza general, como socialmente, en los Joven Club, y se comenzó a gozar del acceso a internet en sectores inicialmente priorizados, como Universidades, centros de investigación y empresas. Desde siempre y desde el comienzo jugó su nefasto papel el mínimo de ancho de banda que nos permitían explotar los dueños mundiales de estas tecnologías, y mediante la vía satelital, mucho más lenta, al no tener el país acceso a las fibras ópticas que rodean toda la isla. Ahora, mire que nuestro socialismo realmente no es cosa de un Partido, sino de una inmensa mayoría que ha refrendado nuestra Constitución, nada puede hacer un Partido, que no está formado por élites ni millonarios, sin un pueblo mayoritario que lo sigue y refrenda, como seguramente hará con la que ahora se inicia, de manera que aunque haya quien no esté de acuerdo, algo que siempre ocurrirá, la opción es mayoritaria para quienes confiamos en que en nuestras particulares condiciones históricas y geopolíticas conservar un rumbo de unidad a partir de la diversidad, es la garantía de conservar la independencia de nuestro país. Las minorías que no deben tener oportunidad de disputar el poder político en Cuba es la de los mercenarios a sueldo, ni aquellos que, sin serlos, pretendan un tipo de sociedad que no tienda hacia el socialismo. Pueden estar dentro de la Revolución, pueden considerarse los todos para quien se hace el país en el bien de todos, y así para curarnos y educarnos n se le pide al cubano un carné de nada, pero la Revolución de las mayorías tiene derecho a defenderse, precisamente por ser la opción mayoritaria de este pueblo y el resultado de su historia. La única minoría que se (auto) excluye en Cuba es la que vaya contra la Revolución, y esa, mire si es tal minoría que pese a que ciertos círculos de ellos reciben millonarias finanzas para sus actividades, no han podido hacerse de una base social que legitimen sus aspiraciones. Están dentro para todo, y allí estoy de acuerdo con ud, menos para hacerse con el poder económico y político del país, al menos mientras nuestro Partido siga siendo apoyado por su pueblo. Nos vemos en la Constitución…

  4. Entiendo que el acceso a Internet es trasendental para la vida y el desarrollo en la modernidad. Cuba es uno de los paises que más crece en ese rubro -reconocido por la Organización Internacional Telecomunicaciones- lamentablemente la guerra económica de los EEUU contra la nación rebelde impiden a los cubanos acceder a programas, tecnología y servicios que están disponibles en casi todo el mundo, Google Earth por ejemplo. Aun así enCuba ya hay más de cinco millones de líneas de celulares, más de 2 millones y medio de personas con correo Nauta, y supera los cinco millones de usuarios en Internet.

    No olvide que una cosa es acceso a Internet y otra muy diferente es el uso que se le da a esa mega Red, lo otro es que no puedes separar el índice de desarrollo global de Internet. Hay países con mucho más nivel de penetración a Internet que Cuba pero con índices abrumadores de analfabetismo, o de personas que trabajan 16 horas para subsistir precariamente, con una mortalidad infantil altísima o altas tasas de muerte por enfermedades curables. En esos paises Internet es para una minoría.

    En cuanto a la inclusión de las «minorías» debería explicarse mejor, porque en Cuba las personas tienen diversas vía para acceder al ejercicio de gobierno, desde el delegado de circunscripción hasta los órganos locales de justicia laboral, por poner solo dos ejemplos. La participación social y consulta popular es una práctica común, de actividad política es ejercida por las personas desde su juventud.

    En el proceso de consulta de los documentos Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista y las Bases para el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030, participaron más de 1 millón 600 mil cubanos, incluidos más de 500 mil jóvenes, en 47 mil 470 reuniones, que generaron 208 mil 161 propuestas y por consiguiente la modificación de una parte significativa del contenido o la redacción original de los documentos.

    Si cuando habla de «minorías» se refiere a los grupúsculos mercenarios financiados por las agencias imperiales con el fin derribar la Revolución, entonces deberíamos preguntarnos ¿por qué son minorías? La respuesta es simple, no tienen legitimidad ninguna ante el pueblo, necesitan del amparo financiero y mediatico de la potencia enemiga para existir. Y no, no hay espacio para esos porque la Revolución (el pueblo cubano) tiene derechos y el principal de ellos es a defenderse, ese es un principio básico.

  5. Felicito a los escritores de los diferentes trabajos de este número supongo que en lo digital también se nombre así.

    Quizás sería beneficioso para los menos entendidos en estas materias, redactar de forma más asequeble para todos. Es muy importante que estos trabajos no solo queden en esta revista. Tener trabajos de investigadores nuestros. Me parece que existe un instituto para estudiar la economía cubana

    Saludos y esperamos el próximo número

  6. Les recuerdo que el CHE era medico no economista y su criterio esta muy pero muy apartado de la escencia del asunto, el problema es que el mercado es un mecanismo automatico de administracion y reinversion de fondos
    y ninguna planificacion estatica tendra la dinamica suficiente como para intentar siquiera competir con el a esa comclusion llego LENIN y lo ha demostrado CHINA y VIETNAM todo intento de huir de esa realidad es esteril y no traera mas que una acumulacion de problemas que hace a la economia totalmente inviable

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